El presidente de Turquía decretó siete días de duelo debido a los terremotos suscitados en Turquía y Siria, países que son en estos momentos la noticia mundial. Necesitan ayuda de todos los que deseen hacerlo. No sé cuántos fallecidos sean cuando termine de escribir esta columna. Es acá donde el mundo debe ser solidario y brindar colaboración.

Duele perder todo lo material, duele ver la casa destruida, pero la vida es irreparable. Mientras que en otros países como Ucrania libran una guerra con Rusia, en Turquía y Siria las lágrimas y el dolor siguen saliendo a luz. La humanidad debe de recapacitar y dejar de estar en conflictos armados. Mientras la OTAN y otros países están preocupados por este conflicto y el armamento es tema cotidiano, los turcos y sirios siguen viviendo una tragedia.

Las imágenes y videos que hemos visto desde el 6 de febrero son desgarradoras. En medio de la tragedia surgen niños y adultos que exclaman “quiero vivir”. Esto nos hace reflexionar que necesitamos amar más la vida. El niño superviviente recién nacido y aun con el cordón umbilical es una luz de esperanza. Toda su familia falleció, sin embargo, él es un milagro, que me imagino, amará más la vida. Otro caso que conmueve al mundo es ver al niño rescatado por los Cascos Blancos (rescatistas de Siria) quien salió sonriente como diciendo “muchas gracias por salvarme, gracias por darme una oportunidad más”.

Las temperaturas son gélidas, miles de edificios colapsaron y los socorristas siguen trabajando arduamente para rescatar a los supervivientes. Hasta los mismos periodistas han tenido que ayudar al ver tanta destrucción. Es una catástrofe apocalíptica, según algunas personas. Las mascotas también han sido rescatadas. La solidaridad también es compartida por el presidente salvadoreño Nayib Bukele, quien mandó un contingente de rescatistas y médicos para colaborar en la búsqueda de supervivientes. Dios quiera encuentren supervivientes; ya que, las primeras 72 horas son críticas. Da alegría ver en los medios de comunicación cómo salvan a familias completas entre los escombros.

Con estos terremotos, los cuales son provocados por la naturaleza, en las redes sociales se leen comentarios esperanzadores y otros como: ¿Existe Dios, por qué razón hay tanta muerte y destrucción en estos países? No le podemos echar la culpa a nadie, ningún ser humano está exento de no tener que enfrentarse a los fenómenos de la naturaleza. Dios existe, lo que sucede es que estos fenómenos naturales le hacen pensar a los seres humanos que están solos en esta tierra. Conste que un desastre no es para convertirlo en show mediático, es para reflexionar, es para que entendamos que la vida es a veces efímera y debemos aprender a amarla a cada instante. Lo que es verídico es ver a muchos sirios y turcos que claman a Dios por haberles dado una oportunidad de vivir.

Construir una nación luego que queda desbastada no es tarea fácil, la huella que queda de por vida es el sufrimiento, el dolor de haber perdido a los familiares. Desplazados, los problemas sociales aflorarán más en esa región. Se espera que los países poderosos, la ONU, la Unión Europea, entre otros, ayuden. Las secuelas psicológicas se sienten con solo estar viendo las imágenes y videos. Los salvadoreños también hemos sufrido debido a las catástrofes como terremotos y huracanes. En medio de las tormentas nos hemos unido para salir adelantes.

En una de mis cátedras, la alumna Paola Guadalupe Barrera, estudiante de la Licenciatura en Relaciones Públicas y Comunicaciones, escribió una oración “Señor Jesús, te agradecemos por el don de la vida que nos has regalado, por permitirnos abrir nuestros ojos para contemplar tus maravillas, por el techo que nos regalas y por el pan de cada día. En esta ocasión, te queremos pedir de una manera especial por las víctimas del terremoto de Turquía y Siria, sabemos que están pasando por un momento de dificultad. Te encomendamos a las personas que han perdido la vida y por todas las familias afectadas, para que tú les des fortaleza, regales paz y serenidad en sus corazones con el propósito de que puedan afrontar este doloroso acontecimiento. Te encomendamos también a todas las personas que de una u otra manera participan en las operaciones de rescate, guárdalos y dales la fuerza necesaria para que seas tú quien los guie en esta labor; a todas las personas que aún se encuentran bajo los escombros dales esperanza y auméntanos la fe; confiamos en ti que podrán ser rescatados y que les darás calma a sus familias que los buscan desesperadamente. Encomendamos todas nuestras intenciones y peticiones a María Santísima bajo la especial advocación de Auxiliadora, para que sea ella quien cubra con su manto santo a estos países y por medio de su intercesión lleve nuestras oraciones a su hijo Jesús. Amén”.

Oremos por ellos, no sabremos si también necesitaremos también de oraciones y ayuda. Hoy por ti, mañana por mí.