El llamado Foro de Sao Paulo debe su nombre a la ciudad donde se fundó esta organización política ideología continental, el primero de julio de 1990 por invitación de Luiz Inácio da Silva, en ese entonces Presidente del Partido de los Trabajadores de Brasil.

Pero no fue iniciativa de Lula, la fue de Fidel Castro, quien a finales de los ochenta durante una visita de Lula a Cuba le propuso convocar un gran encuentro continental con personalidades, partidos y movimientos afines a la causa antiimperialista y antineoliberal; replantearse la toma del poder a través de procesos electorales, y redefinir las estrategias, dogmas y políticas a la luz de las nuevas realidades internacionales.
Una de esas realidades fue la caída del muro de Berlín en 1989, y la situación incierta de la aún existente Unión Soviética que conllevaba la imposibilidad del sostenimiento económico de la isla.

En esas décadas, surgieron en Centro y Suramérica movimientos guerrilleros de corte marxista que optaron por la toma del poder por medios violentos; los Tupamaros de Uruguay, los Montoneros de Argentina, el MIR, en Chile, Sendero Luminoso en Perú, Alfaro Vive en Ecuador, FARC y ELN en Colombia, las FALN en Venezuela., el FMLN en El Salvador

Paralela a estas ofensivas militares se articuló la llamada Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina, (la Primera Tricontinental de la Habana). No llegó nunca a realizarse la Segunda Conferencia Tricontinental, pero sí que se creó, nuevamente en Cuba, y por iniciativa de Salvador Allende (1963) la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), cuyo objetivo era impulsar la lucha armada como medio para alcanzar el poder.

Chávez se encuentra con Lula da Silva en 1996 durante la celebración del Octavo Foro de Sao Paulo celebrado en la ciudad de San Salvador- El Salvador, donde conoció a sus anfitriones del FMLN, aún en oposición. Para esa fecha el Foro tenía una influencia marginal, con escasos recursos económicos y limitada presencia continental.

En 1990 la izquierda marxista continental se encontraba desorientada, en búsqueda de una reorientación ideológica luego de la Caída del Muro de Berlín y la posterior disolución de la Unión Soviética; además, en ese momento solo el menguante Fidel Castro era el único gobernante comunista confundador del Foro.

La decisión de Chávez de convertirse en referencia internacional y líder indiscutible de Latino América y el Caribe, fue apuntalada y sostenida de manera casi ilimitada por las divisas provenientes de la venta del petróleo, que buena parte de ellas fueron destinadas a financiar a candidatos y partidos aspirantes al poder en la región, y más allá. Al propio Lula da Silva (2003), Néstor Kirchner (2003), Tabaré Vásquez (2004), Evo Morales (2005), Michelle Bachelet (2006), Rafael Correa (2006), Daniel Ortega (2006), Fernando Lugo (2008), José Mujica (2009), Mauricio Funes (2009), Dilma Rousseff (2010), Ollanta Humala (2011), Salvador Sánchez Cerén (2014), Cristina Fernández de Kirchner (2015), Alberto Fernández (2019), Gustavo Petro (2022). Apoyo que continuó con Nicolás Maduro a la muerte de Chavez en Cuba en el 2012 o 13 (no se sabe).

Lo anterior viene al caso porque en los últimos meses se ha generado una especie de efecto demostración, al atribuirle al Foro de Sao Paulo todo tipo de acciones tendientes a desestabilizar los regímenes democráticos de la región. Una especie de organización siniestra supranacional gobernada por una federación de partidos de izquierda, capaz de hacer tambalear el orden legal del continental.

Algo puede haber en esa impresión, pero se sobrevalora la influencia y accionar del Foro, y sobresimplifican los hechos. Es nuestro deber ubicar dónde y por qué esta fallando la democracia, que los pueblos no se identifican plenamente con ella. Si bien es cierto que el continente alcanzó estabilidad democrática y se luchó por ella hasta alcanzar lo deseado, también lo es la existencia generalizada de una gran frustración colectiva, que se expresa de diversas maneras, desde la Patagonia hasta los Estados Unidos.

Debemos evitar la tentación de la evasión, al atribuirle al Foro de Sao Paulo un poder que no tiene, porque la democracia posee instrumentos para mantener sus valores fundacionales, adaptándose e interpretado los cambios epocales.