Luego de la revolución industrial, el surgimiento del sindicalismo vino a reivindicar las condiciones de los trabajadores frente a los empleadores, Estado y sociedad en su conjunto. El defender la igualdad de derechos, fomentar respeto y la dignidad en el lugar de trabajo, conforma el marco de referencia de la gestión de un sindicato, así mismo, por su naturaleza compleja es un movimiento social y político, el cuál puede tener enorme trascendencia según las condiciones de cada país.

“De una chispa se puede quemar una ciudad si hay un clima propicio para ello y si, además, el país está seco” (1). Con estas palabras Lech Walesa, cofundador del movimiento Solidaridad que fue el primer sindicato libre en el Bloque del Este, expresaba de manera sencilla el devenir natural de los hechos y trascendencia que dicho sindicato tuvo en la caída del comunismo y el telón de acero.

Walesa, electricista polaco, quien encabezó en la ciudad portuaria de Gdansk, la revuelta obrera en agosto de 1980 en el astillero Lenin y que como consecuencia le valió su permanencia en la cárcel por varios meses. Para luego en 1983, por sus gestiones de varias concesiones orientadas a la mejora de condiciones sociales y políticas de la clase trabajadora, le fue otorgado el premio nobel de la paz; y, para 1990 llegaría a ser presidente de Polonia.

Lech Walesa, es para unos un héroe para otros un traidor, quedando la interpretación supeditada al testimonio de las personas que vivieron en carne propia los eventos y a las fuentes de información veraz, como ocurre con muchos hechos y personajes en la historia. Lo cierto es que actualmente, dicho sindicato es una mancha desdibujada de su original, la cual es la suerte con la que corren varios movimientos sociales que se extravían del rumbo inicial.

En otra declaración que hiciera el historiador alemán Peter Oliver Loew, en referencia al movimiento Solidaridad, este dijo que la huelga realizada por los trabajadores representando así al proletariado(2), tuvo tal impacto porque implicaba un rubro tan importante para el Estado como la siderurgia, lo cual dio poder e impulso a continuar en la lucha; o talvez, otro factor determinante para que las protestas alcanzaran los resultados que a pesar de las represiones sufridas por los líderes de dicha revuelta, fueron las tres décadas previas regidas por el comunismo. Sistema que estaba siendo cuestionado ante la alza de precios en general, lo que robustecía al movimiento social que materializaba el hartazgo de gran parte del pueblo polaco. A esto también añadiría el expresidente Walesa, a cuarenta años de aquella huelga y respaldando el éxito de la misma, que la gente protesta porque quiere cambios.

Aunque geopolíticamente tenemos historias diferentes, acá en la cintura de las Américas, y porque no decir en toda Latinoamérica, es necesaria y constante la expresión y accionar social, pese a que se perciba como una advertencia de mayor caos o desestabilización.

Las explicaciones del por qué suceden en el momento exacto los hechos en torno a situaciones políticas y sociales, no son fáciles de entender o explicar, aunque se tengan referencias; casi siempre existen condiciones no visibles pero que franquean el camino y lo conducen a término. Puede ser que esa chispa surja sin que nadie se percate, sin embargo, será en consecuencia de cada sociedad y como esta continúe asimilando o sobrellevando el clima social, económico y político.