El mundo atraviesa una descomposición moral de magnitudes inigualables, basta con ver el comportamiento de ciertos jóvenes en la actualidad, que apoyan el aborto sin entender la vida, puesto que, si los padres de estos jóvenes hubieran pensado como ellos, ciertamente no existirían, peor aun han dado un espaldarazo al movimiento LGTBIQ+ que ha venido imponiendo en los diferentes ámbitos de la sociedad, las desviaciones sexuales como ideas novedosas, sin embargo, cualquier persona cuerda sabe que la ideología de género, es retorcida, enfermiza y diabólica.

Por supuesto que los fundadores de la ideología de genero se han valido de estrategias como la “Ventana de Overton” cuyo objetivo es cambiar lo que resulta aceptable, correcto, decente y moral para una sociedad, por lo indecente, lo inmoral y lo incorrecto. Es así que hemos llegado a la etapa donde es categoriza como normal que dos homosexuales se abracen y se besen en público, es decir todo un espectáculo de inmoralidad, donde los niños son expuestos a estas aberraciones que indefectiblemente los pueden conducir al error pensando que estas prácticas aberrantes son normales, siendo todo lo contrario.

Bien lo dijo el teólogo Mario E. Fumero, en su libro que se publicó en 1998 denominado “Valores y Antivalores Cristianos” donde hace un análisis de la fortaleza moral que envolvía a la nación de Noruega y que se constituyó como un buen ejemplo de país, frente al resto de naciones que venían en decadencia moral, como el caso de los Estados Unidos de América. Noruega, por su parte decidió abrazar los valores Bíblicos convirtiéndose en una nación Cristiana Protestante, sin embargo, al pasar los años, abrieron las puertas al libertinaje y a la inmoralidad sexual, lo cual los sacó hasta la fecha del buen curso moral.

De manera que un país no es rico por sus recursos, ni es fuerte por su armamento militar, ni es enorme por su extensión territorial, sino por tener al Señor Jesucristo como su Dios y salvador, abrazando con amor sus mandamientos y cumpliendo sus ordenanzas para vivir en armonía y paz.
En una ocasión un científico, vivía preocupado con los problemas del mundo y la inmoralidad, por ello estaba resuelto a encontrar los medios para cambiar el mal rumbo. Cierto día, su hijo de siete años invadió su santuario y decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción no hallaba como sacarlo. Es así que busco la manera de distraer su atención dándole una revista en donde venía el mapa del mundo, lo recortó en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de nadie. Sólo pasaron algunas horas cuando escuchó la voz del niño que le decía: Papá, ya arreglé al mundo. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo.

Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? Hijo, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lograste armarlo? Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.
La única manera para que la inmoralidad del mundo cambie en la actualidad, es que la humanidad permita que el Señor Jesucristo dirija sus vidas ya que la maldad humana esta bien arraigada en el corazón. En Mateo 15:15-20 dice: “Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola. Jesús dijo: ¿También vosotros sois aún sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre”.