Dice el evangelio de Marcos 4:22 “Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz”. Esto significa que las tinieblas no prevalecerán sobre la luz, ni la mentira podrá contra la verdad, ni el fraude se sostendrá frente a la realidad. Cuando se actúa de mala fe, queriéndose lucrar de las circunstancias o buscando aprovecharse de los demás se impone una posición con amenazas y mentiras, no cabe duda que se logrará engañar a ciertas personas por un tiempo, pero no se podrá engañar a todos al mismo tiempo, porque la verdad es más poderosa que la mentira.

Las mentiras y el fraude ocurren en todos los ámbitos de la vida, incluyendo las religiones, bastas son las historias de pedofilias, malversación de fondos, violación de mujeres, acoso de lideres religiosos a miembros de sus iglesias, en fin, la obra de satanás estará activa, mientras haya personas dispuestas a defraudar sus principios por unas cuantas monedas, tal como lo hizo Judas, que no le importa vender por 30 monedas su salvación o lo que hizo Giezi criado del Profeta Eliseo que por dos mudas de vestidos nuevos y dos talentos de plata (2 Reyes 5:20-27) vendió sus principios y esto le produjo que se le pegara la lepra.

En la historia de El Salvador, el fraude electoral ha sido frecuente, sin embargo, hay escenas más burdas que otras, por ejemplo, las elecciones del 20 de febrero de 1972 se realizaron con la participación del candidato demócrata cristiano José Napoleón Duarte, su candidatura fue por medio de la conciliación de la Unión Nacional Opositora (UNO). El otro candidato perteneciente al partido Conciliación Nacional (PCN) era el Coronel Arturo Armando Molina quien fuera el ganador de las elecciones y, asumió la presidencia el 1 de julio de 1972.

La Unión Nacional Opositora presentó reiteradas denuncias sobre un fraude masivo en la votación y el escrutinio. Las autoridades electorales ignoraron las denuncias y declararon presidente al Coronel Arturo Armando Molina. El 25 de marzo de 1972, un grupo de militares dirigidos por el Coronel Benjamín Mejía intentaron restablecer el orden constitucional mediante un golpe de estado en protesta por el “fraude electoral”, pero el intento fue repelido por las fuerzas leales al gobierno. Tras el fracaso de este movimiento cívico militar, Napoleón Duarte y otros líderes opositores tuvieron que exiliarse hacia Venezuela.

Paradójicamente el Ingeniero José Napoleón Duarte en una segunda vuelta ganó las elecciones presidenciales de 1984, sobre su rival Roberto d’Aubuisson. Mientras eran señaladas como “elecciones que no tienen ninguna credibilidad y los resultados son una farsa,” dijo Hugo Barrera quien competía como vicepresidente del partido ARENA, quien también declaró que la elección de Duarte es, en realidad, “una victoria de la CIA”. Al respecto de esa declaración el The New York Times, afirmó en ese contexto que la CIA asignó un millón de dólares para apoyar a Duarte, y otro medio millón al PCN.

Esta noticia fue publicada el 12 de mayo 1984 por el periódico El País, de España. De modo que forma parte de las páginas de la historia de El Salvador, así como ahora se está escribiendo lo ocurrido el 4 de febrero de 2024, donde se han suscitado hechos muy extraños que deben de hacer reflexionar a los ciudadanos tanto a los oficialistas como a los opositores, sobre el escrutinio y la tibieza del TSE, de incumplir su papel de árbitro electoral, ya que en ninguna democracia del mundo, un candidato se declara ganador sin resultados oficiales a menos que tenga información que el mismo árbitro no tiene.

Digo lo anterior, porque muchos son los hechos denunciados en las redes sociales de irregularidades, donde se ha favorecido al partido oficialista, que ha impuesto toda una maquinaria en las JRV, además de la fuerte presunción de la dirección de las elecciones, así como hacer declaraciones de resultados avasalladores en su favor. Recuerdo que una de las cosas que llevó al poder al ahora virtual presidente, fueron los obstáculos que tozudamente le impusieron los partidos ARENA y FMLN, para que el señor Bukele Ortez, no compitiera, lo cual en lugar de hundirlo lo catapultó aun más en popularidad.

La historia se vuelve a repetir solo que ahora quienes están poniendo los obstáculos en los resultados de la voluntad popular es el partido oficialista y entre más se opongan, más popular volverán a personas como Claudia Ortiz, quien ha competido en un evento electoral desigual, representando uno de los partidos (VAMOS) que no tiene pasado político y es un referente moral.