Un día todos los despreciados, los que lloran y sufren injusticias, serán consolados en la presencia misma de nuestro glorioso Señor Jesucristo. Abel fue asesinado por Caín su hermano, puesto que le tenia envidia de la nobleza de su corazón. Y al verse descubierto en su vileza, negó el homicidio, pero Dios le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra. (Génesis 4:10-12).

Noé el patriarca sufrió injusticias, pero no como la de Abel, dado que los moradores de aquel entonces se burlaban de él y lo tenían por loco cuando anunciaba que la tierra seria destruida con un diluvio y esto es así porque “Dios miró a la tierra, y vio que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra” (Génesis 6:12).Este contexto era el perfecto para predicar un mensaje de arrepentimiento, dado que el crecimiento demográfico de la humanidad, había traído serios problemas morales y una depravación a tal grado que existía mucha sodomía.

Ante este escenario de maldad Dios dijo: “He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; por eso voy a destruirlos junto con la tierra” (Gn 6:13). De manera que Dios estableció una sentencia soberana y entregó a Noé indicaciones para construir el arca que salvaría a su familia, pero que condenaría a la humanidad (Hebreos 11:7). Dios pronunció el veredicto, al mismo tiempo arrancó la construcción del arca, lo cual anunciaba que la tierra seria destruida, pero las personas no se apercibían, sino que se burlaban de Noé como lo hace la generación actual.

Por esa razón el Señor Jesucristo dijo: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37-39). De modo que todo lo que está aconteciendo como guerras, terremotos, pestes, hambres e injusticias anuncian los tiempos finales y la pronta venida del Señor Jesucristo para traer juicio a las naciones.

Por ello el apóstol Pedro dijo: Y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos) (2 Pedro 2:5-8). De tal modo que ahora es el tiempo de arrepentirse y hacer lo bueno delante de Dios.

Ya que la sentencia para la humanidad esta dictada: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:7-10). Aun hay esperanza si buscamos al Señor Jesucristo con todo nuestro corazón.

En suma, todos los que ahora sufren y viven injusticias, así como aquellos que se encuentran en una cercal detenidos arbitrariamente, como en los tiempos antiguos Dios sabrá defender en su momento a sus hijos e hijas y un día esas lágrimas serán enjugadas, un día tendrán paz absoluta, un día cantaremos en el reino de los cielos alanzabas de gozo, un día estaremos en las bodas del cordero y veremos la grandeza de la salvación que nos ha dado nuestro glorioso Señor Jesucristo.