Eran los 90, Somalia se debatía en una guerra civil. Occidente pretendía imponer una “democracia” sobre un pueblo con una cultura nómada y milenaria. Una tierra, el cuerno de África, al cual no se le entendía ni su historia ni su psicología. Pero “ellos”, los poderosos, imponían su voluntad a través de su poder económico y militar. Así, como históricamente lo habían hecho sobre “nosotros”, ahora abrían un nuevo frente con los “otros”. Fielmente recuerdo, ser un testigo sorprendido, de la compleja realidad del pueblo somalí, y su ejemplar y ordenado comportamiento bajo las estructuras de los “extremistas” musulmanes, vilificados por el mundo occidental. Por el contrario, su “desorden” social y estructural, bajo el dominio de fuerzas extranjeras, que en nombre de la paz y el progreso pretendían desarraigar a todo un pueblo de su historia y su forma de vivir. En mi pequeño mundo, yo era parte de ellos, y la realidad que observaba, no se enmarcaba en el discurso de los ellos contra los otros. Era miembro de un contingente que traía salud y prosperidad a una tierra olvidada por la modernidad. Su rechazo ante esa “salud y prosperidad” era evidente.

Oliver Schwartz, sociólogo de profesión, desarrolló no hace mucho, el concepto de la “tripartición de la conciencia social”. Un concepto al parecer académico, pero que, en estos momentos de reflexión sobre el problema ucraniano, se vuelve relevante, y que de paso me ayuda a comprender mejor el rechazo que sentí en Somalia. Al crear su concepto, Schwartz se refería a una nueva división que había hecho acto de presencia en la política francesa, en la cual él teorizaba que dicha sociedad había sufrido una nueva redistribución en la conciencia social, pasando de ellos y nosotros, a ellos-nosotros y otros.

La conciencia social y su lucha de clases, de una dicotomía pasaba a una tricotomía. Una parte de la sociedad vivía bien, contemplaba el futuro con optimismo, mientras que otra parte de la sociedad encontraba mayores dificultades para llegar al fin de mes, y contemplaba su futuro con nubes oscuras. Y es a finales del siglo XX, cuando aparece la tercera categoría, la de los excluidos, aquel sector de la sociedad en situación precaria, excluidos y en situación de evidente riesgo social. Nosotros, ellos, y los otros.

Nosotros, los rubios y blancos, ellos, la República Popular China, y los otros, los “inmigrantes”, gente de color que se aprovechaba de los bienes sociales del ciudadano americano y a los cuales no tenían derecho. Así, fue el discurso triunfador de Trump para llegar a la presidencia, en un claro acto demonizante del inmigrante y de la República Popular China, a quienes había que combatir para rehacer el sueño americano:”Make America Great Again”.

El resentimiento de las clases sociales dominantes en la sociedad americana se asentaba en que el uso de los recursos públicos era explotado por los otros, inmigrantes de piel oscura, y la competencia desleal en el terreno económico de otras potencias extranjeras. Mensaje clave del Trumpismo y sus aliados de la derecha americana. El mismo mensaje Bukeliano, utiliza este nuevo concepto de Schwartz, y convierte a la sociedad salvadoreña en una tricotomía confrontativa, con claros beneficios como resultado de esta confrontación.

El presente caso ruso-ucraniano, esta plenamente enraizado en esta nueva dinámica social. Con la caída y desagregación de la Unión Soviética, Rusia se convierte en una gran potencia con graves problemas económicos. Humillada y despojada de territorios históricos, la Rusia históricamente poderosa, se resiente. La llegada de Putin al poder inicia un proceso de recuperación no solo económica, sino social, en un país receloso de ellos y los otros.

Ellos, los europeos ricos y felices, y los otros, aquellos “nuevos” países que traicionaban el legado histórico de Rusia, en este caso Ucrania. El sentimiento ruso, y que Putin fomenta, es el de un país herido que sufre los desprecios de occidente, ayudado por aliados históricos de la madre Rusia.

Según Schwartz, la tripartición de la conciencia social nace de la exclusión. La incapacidad de establecer un orden inclusivo que estabilice a las sociedades. “Nosotros, ellos y los otros”. En tiempos de pandemia y guerras, nuestra reflexión colectiva es, cada vez, más urgente.