Navidad es tiempo de reflexión y de unidad familiar. El mundo cristiano conmemora el nacimiento de Jesús, en Belén. En los tiempos modernos la navidad es vista y vivida por muchos como época de consumismo y de desbordamiento de celebración pagana, lo cual lleva en ocasiones a muchas desgracias, algunas demasiado lamentables porque no tienen retorno o posibilidad de arrepentimiento. La época es propicia para disfrutar de la familia y hacer análisis de conciencia sobre nuestros objetivos y metas. Debemos reflexionar con fe y espiritualidad y de proyectarnos como seres humanos deseosos de la sana convivencia, el bien común y el fortalecimiento espiritual.

La Navidad y la llegada del año nuevo, por supuesto que también deben ser propicios para celebrar sanamente, sin necesidad de excesos. Podemos disfrutar en un ambiente ameno alejados de los vicios o de los desenfrenos sociales. Las fechas pintan para sacar a flote nuestro humanismo cargado de tolerancia y amor por los nuestros. En cada persona debe salir a flote su bondad y su cristianismo. No se trata de disfrutar sin medir consecuencias. Nadie, en ninguna parte, ha dado por sentado que la época hay que celebrarla consumiendo bebidas embriagantes, drogas o viviendo sin ningún tipo de moderación. Un exceso puede llevar a una desgracia. En Navidad y Año Nuevo evitemos el consumo de bebidas embriagantes, la intolerancia y las acciones desenfrenadas que nos lleven a perder la cordura y a sufrir secuelas no deseadas.

Se acaba el año, más no nuestras vidas ni nuestros compromisos familiares. Al contrario, en 2024 debemos asumir nuevos retos, nuevas proyecciones y adoptar motivaciones que nos permitan mejorar nuestras condiciones de vida y las de quienes nos rodean. Fortalecernos en la fe es una forma inspiradora de ver nuestro futuro. Debemos tener como guía la palabra de nuestro Señor Jesucristo.

Celebremos con una convivencia familiar y con todo lo socialmente aceptable, pero rechacemos las bebidas embriagantes. Recordemos que según la Organización Mundial para la Salud (OMS) nuestro país ocupa el primer lugar a nivel mundial en cuanto a muertos por ingesta alcohólica. Por cada 100 mil habitantes, al año mueren 18.54 salvadoreños, lo cual evidentemente es una epidemia. A diario en el país muere alrededor de 2.8 compatriotas, bajo los efectos de las bebidas embriagantes. Esa cantidad de fallecidos se incrementa en las épocas festivas, especialmente en navidad y Año Nuevo.

Realmente la cantidad de muertos como consecuencias del alcoholismo es mucho mayor, pues la OMS toma estrictamente como dato a aquellos que fallecen literalmente por el consumo de alcohol, mas no cuenta como consecuencia del alcoholismo a las personas que se suicidan, a los homicidios, los feminicidios, los que mueren por accidentes de tránsito provocados por personas alcoholizados, Así, por ejemplo, si un conductor ebrio atropella y mata a dos personas, esas víctimas aparecerán registradas como muertos por accidente de tránsito y no como fallecidos por la ingesta alcohólica, aunque hayan sido provocadas por la irresponsabilidad de un ebrio.

En diciembre la cantidad de muertos por el alcohol se incrementa. Pero no solo los fallecidos, también se incrementan: la cantidad de enfermos alcohólicos que recaen, los accidentes viales provocados por conductores bajo los efectos de bebidas embriagantes, los problemas en el seno familiar, las crisis económicas por el gasto para el consumo de alcohol y cualquier suerte de problemas. Evitar todos los problemas que genera el alcoholismo es fácil. Tan fácil como no beber. Dicen los Alcohólicos Anónimos que ellos lo único que hacen es evitar consumir la primera copa, pues la segunda no llega si no hay primera. En estas fecha festivas que se aproximan organicemos cenar con los nuestros, regalos para nuestros seres queridos, convivios familiares, ambientes agradables, viajes de excursión. pero de ninguna manera planifiquemos sobre la base del alcohol.

Los accidentes viales ocurren irremediablemente, pero la posibilidad que nos ocurra a nosotros mismos se reduce considerablemente si conducimos con sobriedad y respetando las señales de tránsito. A propósito, diciembre es el mes de mayor saturación del tráfico vial. Prácticamente en este mes todos los días son “días pico” en cualquier horario, por lo que debemos de armarnos de paciencia y tolerancia. Si todos andamos prisa, la mejor garantía para llegar a nuestros destinos es la paciencia. No nos expongamos a percances viales o a infringir la ley de manera que nos hagamos acreedores a multas, decomisos de vehículos o cualquier otro tipo de sanción. Tampoco nos expongamos a provocar accidentes y dañar a terceros o a nosotros mismos. Nuestras familias no merecen sufrir las consecuencias de nuestro infortunio provocado por la irresponsabilidad de ser malos conductores.

En esta época del año fomentemos la sana convivencia social en nuestros hogares y nuestras vecindades. Démonos la oportunidad de ser buenos vecinos, buenos compañeros y buenos amigos. Disfrutemos nuestros gustos, pero también respetemos los gustos de los demás. Si a mí me gustan las rancheras es posible que al vecino le gusten las baladas, por lo tanto, tengo derecho a escuchar mi música, pero a bajo volumen, respetando los gustos o criterio de los demás. Navidad es una gran fecha, propicia para fomentar la espiritualidad. El mundo cristiano conmemora el nacimiento de Jesús, en Belén y aunque no hay certeza de la fecha de su natalicio el mundo entero adoptó esa fecha y por fe y en honor al Mesías, tenemos que rendirle homenaje a Dios hecho hombre que vino a la tierra para sacrificarse para con su sangre lavar los pecados de la humanidad. Entonces disfrutemos la Navidad con espiritualidad y el Año Nuevo con la esperanza que da la fe. Disfrutemos en familia, con los nuestros, alejados del alcohol y la intolerancia. Desde ya, Feliz Navidad y Año Nuevo a todos los salvadoreños.