Corría el año 1994 y se vivía la época navideña, era un 4 de diciembre. En ese tiempo El Salvador, recién entraba a un proceso relativamente en calma, ya que tanto la guerrilla como el ejercito habían firmado los acuerdos de paz (1992), por lo tanto, los aires de progreso y tranquilidad se podían sentir en toda la República. En ese contexto refiere el hermano Beto Monterrosa hijo, que, en la jurisdicción de Soyapango, su hermana Ada Lilian Monterrosa, había estado viviendo tiempos difíciles en su salud, debido a la hepatitis, la cual le había provocado estragos con el pasar de los años.

Ada Lilian, era una jovencita llena de sueños, muy carismática y de buenos modales, sus padres habían hecho un extraordinario trabajo en ella puesto que la formaron desde muy pequeña en valores bíblicos, es así como se preocuparon en conducirla junto a sus hermanos y hermanas a la Iglesia Aposento Alto, de las Asambleas de Dios, de la jurisdicción de Mejicanos en la Colonia Metrópolis, en ese entonces era presidida por el pastor Cristóbal Ramírez, un hombre de un semblante sobrio, humilde y con un profundo amor por servir a su semejante, un verdadero ejemplo de sencillez y de rectitud.

Ada Lilian fue una jovencita entregada al Señor Jesucristo, su pasión era entonar alabanzas, justamente unos días antes de recaer en la enfermedad, había estado ministrando en el templo con gozo en su corazón y sin saberlo entonó su última alabanza denominada “No basta” del salmista Juan Carlos Alvarado. Cuando el reloj marcaba las 3:45 A.M, del día 4 de diciembre de 1994 falleció Ada Lilian Monterrosa, con tan solo 19 años de edad en el piso frío de una vivienda en Soyapango, pero junto a ella estaba su familia que siempre le dio una palabra de aliento basada en los textos bíblicos.

Evidentemente Ada Lilian era una joven luchadora y fuerte, que hasta el último momento guardó la fe en el Señor Jesucristo, recordando las palabras del Apóstol Pablo dicho a los Filipenses “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” palabras que junto a su familia repetían, de modo que todo ello le proporcionaban aliento y la esperanza de una mejor vida después de la muerte. Pero una noticia trágica, nunca es bien recibida, sin embargo, la familia Monterrosa con lágrimas en sus ojos y con tristeza en su corazón por el vacío que dejaba Ada Lilian, aceptaron la voluntad del Señor Jesucristo.

Es así como don Beto Monterrosa padre, aun con tristeza en su alma, contactó a su pastor el hermano Cristóbal Ramírez, sin saber si tomaría o no la llamada ya que aún era de madrugada. Pero el corazón del pastor Ramírez, siempre estuvo abierto para apoyar, consolar y acompañar a las ovejas que sufren. Por ello la línea de teléfono de su hogar nunca estuvo desconectada, porque entendía que el servir al prójimo era servir al Señor Jesucristo, dado que recordaba el mensaje dado en el Evangelio según Mateo 25:36-40. Estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

Es así como el hermano Cristóbal Ramírez, se dispuso a ir de inmediato a la casa de habitación de la familia Monterrosa, al llegar lo primero que hizo fue abrazarlos y consolarlos, como un padre consuela a un hijo que se encuentra conturbado.

El hermano Cristóbal Ramírez, como pocos, fue un pastor ejemplar, humilde, sencillo, no ostentoso, dispuesto a servir al prójimo, sin importar el lugar y la hora, su corazón siempre latió fuertemente en favor de las ovejitas que estaban en peligro o pasaban tribulación, no escatimaba recursos, ni consideraba preciosa su vida, ya que, en fuertes tormentas, en toques de queda y en medio de las balas por el conflicto armado, iba a ayudar e interceder a todo ovejita que necesitara de su presencia.
“En memoria del Pastor Cristóbal Ramírez”