Desalmados es el adjetivo correcto para calificar a los agiotistas o usureros que se aprovechan de la necesidad ajena para literalmente desangrar a sus “víctimas” a quienes les hacen creer que al prestarles dinero con intereses exageradamente altos les están haciendo un favor. Los usureros no tienen perdón divino.

El hijo de una amiga que gana el salario mínimo enfermó y ella tuvo necesidad de llevarlo a pasar consulta y comprar medicina, como no tenía dinero acudió a una usurera para que le prestara de emergencia $100 y poder compramedicamentos. La mujer le hizo el préstamo e hizo que mi amiga firmara una letra de cambio en blanco. La condición era que a partir del día siguiente tenía que darle $20 de interés diario hasta que reuniera todo el dinero y le pagara los $100 dólares de una vez. Es decir que si mi amiga se tardaba un mes en reunir la cantidad total, iba a tener que pagar $600 solo de intereses. Pudo pagar los $20 solo los dos primeros días, el tercer día ya no pudo, por lo que la prestamista comenzó a acosarla y decirle que si no le seguía pagando iba a llenar la letra de cambio por $3 mil y la iba a llevar a los juzgados para que le embargaran su casa. Descaradamente le dijo que tenía amigos abogados y empleados de juzgados que le ayudaban.

Por suerte las amenazas de proceder judicialmente y de alterar la letra de cambio se las hizo a través de whatsapp por lo que alguien le recomendó que no borrara esos mensajes. Mi amiga reunió los $100 e intentó pagar a la usurera, pero éste le dijo que ya no era tiempo porque ya la había denunciado en un juzgado. En efecto le llegó el citatorio y se enteró que la letra de cambio la había firmado por $3 mil dólares. La agiotista exigía además, que mi amiga pagara las costas procesales, es decir el pago de abogados.

Afortunadamente los mensajes en whatsapp fueron sus pruebas de descargo. El juzgado resolvió a favor de mi amiga y giró oficio a la Fiscalía para que abriera expediente de investigación contra la usurera por falsedad material, estafa, agiotaje y simulación de influencias. Es muy probable que esta usurera haya chantajeado a muchas personas más que sumidas en la necesidad tiene que acudir a préstamos emergentes.

Las leyes deben ser duras contra estas personas que se aprovechan de las crisis y de la necesidad e ignorancia de las personas para hacerles préstamos cobrándoles intereses desmesurados o excesivamente altos. Durante la pandemia florecieron los usureros o al menos se les incrementó la “clientela”, En los mercados municipales del país es una práctica común que a diario les cobren intereses. Muchas personas tienen meses o años pagando un paupérrimo préstamo el cual nunca logran finiquitar.

Para escribir esta columna, conocí el caso de mi amiga y yo mismo fui el sábado pasado al centro comercial Libertad, en el centro capitalino, a reparar un viejo reloj, aunque mi objetivo era localizar a algún usurero. El relojero me habló de un comerciante que prestaba a bajo interés y en efecto lo llamó y llegó en dos minutos. Me preguntó cuánto necesitaba y le dije que $200. Me los daba en el momento, pero a partir del lunes tenía que pagarle $20 dólares diarios y si le devolvía todo el dinero, entonces tenía que entregarle $250 de una vez. Sacó una letra de cambio y me pidió que se la firmara en blanco. Gracias a Dios no tengo necesidad de prestarle dinero a un usurero, por lo que mi excusa fue que no andaba mi Documento Único de Identidad. Prometí regresar más tarde.

El tipo se jactaba que muchos pequeños comerciantes, especialmente “carretoneros” que trabajan en la capital son sus clientes y que le pagan entre $1 y $10 diarios porque “él les presta” a bajos intereses. Contaba que algunas clientas le pagaban con su cuerpo, pero la mayoría en efectivo y otros con bienes e inmuebles porque “ es buena gente, pero no tonto y prestar es un negocio”. El mismo relojero me contó que a él le presta a bajo interés y a diario le paga $5 pues cada quince días le presta $100.

Obviamente ni mi amiga, ni el relojero, ni los carretoneros ni ciento de miles de personas más tiene acceso a obtener créditos en la banca financiera, pues este sistema no cree en ellos y les impone requisitos difíciles de cumplir. Las personas se ven obligadas a acudir usureros insolidarios que son abusivos y capaces de usar la fuerza para que les paguen a diario.

Pese a las leyes vigentes no hay control sobre estos usureros (as) que se hacen ricos gracias a la necesidad del pobre. Y usureros hay en todas partes. La banca también comete usura cuando cobra altos intereses. En algunas empresas y oficinas estatales hay empleados que se dedican a esta práctica “sangrando” a sus compañeros de trabajo.

La banca debe ser más condescendiente. Ayudar a quienes necesitan pequeños capitales para emprender un negocio y las leyes deben ser reformadas para sancionar con severidad a los usureros que sangran al necesitado. Las personas jamás deben firmar una letra de cambio en blanco. Jamás.