Eran los primeros días de diciembre, la temperatura en la ciudad de New York descendía más allá de lo esperado para esta época. Esto auguraba tormentas provenientes del frío ártico, tormentas de aquellas, que paralizan y matan. Simultáneamente, dos descendientes de la subvariante ómicron BA.2 intercambiaron partes de su código genético. Este intercambio dio lugar a 14 nuevas mutaciones en las proteínas de espiga del virus, y a una nueva subvariante, XBB.1.5 (la nueva subvariante también conocida como “kraken”, como el legendario monstruo marino de la mitología escandinava). “XBB no evoluciónó porque la gente estaba vacunada”, dijo Vaughn Cooper, profesor de Biología Evolutiva en la universidad de Pittsburg, “la forma en que evolucionó, seamos francos, es porque la gente se infectó por múltiples virus al mismo tiempo”.

Los CDC estiman que la variante XBB.1.5 ha duplicado con creces su participación en la distribución del COVID-19 cada semana en las últimas cuatro, pasando del 4 % al 41 % de las nuevas infecciones durante diciembre. En el noreste, los CDC estiman que XBB.1.5 está causando el 75 % de los nuevos casos.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), XBB.1.5 es la subvariante del ómicron más contagiosa que existe, al momento además de ser la variante dominante en su país de origen (USA) ha sido identificada en 29 países adicionales, incluyendo Canadá y Chile en el continente americano. Aunque se tiene evidencia de que esta nueva variante tiene la capacidad de traspasar nuestras barreras inmunitarias, posee adicionalmente una capacidad aumentada de penetrar la célula humana, de ahí su ventaja sobre las otras variantes y su poder aumentado de contagio. Según estudios recientes, tiene 63 veces menos probabilidades de ser neutralizada por anticuerpos en la sangre de personas infectadas y vacunadas que BA.2, y 49 veces menos probabilidades de ser neutralizada en comparación con BA.4 y BA.5. Sin embargo, aún no está claro si causa una enfermedad más grave.

La doctora Barbara Mahon, directora del CDC, dijo recientemente: “Proyectamos que será la variante dominante en la región noreste del país y que aumentará en todas las regiones del país”. Aún no se sabe si hay síntomas específicos relacionados con esta variante, pero múltiples estudios se están realizando y sus resultados serán publicados próximamente.

Esta expansión acelerada de esta nueva variante megacontagiosa en nuestro vecino del norte durante la época navideña debería poner en alerta a las autoridades del Ministerio de Salud (Minsal) salvadoreño. Este diciembre, según reportes del Ministerio de Turismo, la cantidad de salvadoreños residentes en los Estados Unidos que visitaron el país sobrepasó expectativas de las autoridades, y el número de visitantes que se recibieron del norte en el 2021. Muchos de ellos residen en Nueva York y ciudades aledañas, donde más del 75 % de infecciones por COVID-19 son producidas por XBB.1.5. No sería del todo sorprendente que dicho virus ya estuviese circulando en nuestro país.

¿Qué puede hacer el Minsal para proteger a la ciudadanía? En primer lugar, si es posible, el monitoreo de fronteras para tratar de retardar el ingreso de la nueva variante al país es importante. En segundo lugar, el programa de vacunación tiene que ser fortalecido.

El día de hoy, y momentos antes de sentarme a escribir este artículo, me acerqué a la unidad de salud de Chirilagua, en el departamento de San Miguel, con el objetivo de aplicarme un nuevo refuerzo de la vacuna. Lastimosamente, el enfermero, que muy amablemente me atendió, mencionó que en este preciso momento solamente contaban con la vacuna SINOVAC. Conociendo la futilidad de dicha vacuna, me negué a recibirla. Está suficientemente documentado que las únicas vacunas que nos protegen contra las nuevas subvariante son Pfizer y Moderna. Es fundamental que nuestro Ministerio de Salud comience a tomar conciencia de la importancia de la ciencia y los nuevos conocimientos que día a día se producen con respecto a esta pandemia. Escuchar la verborrea del señor ministro en programas de televisión como “Frente a Frente” expeliendo mensajes que la población no puede utilizar, no ayuda a mejorar la protección del ciudadano. El verbo sin acción solamente es útil en aquellas poblaciones de ciegos, donde gobierna el tuerto.