Lo que ha sucedido y aún continúa sucediendo en Guatemala tiene un toque de fantástico. La fiscal general Consuelo Porras y algunos de sus achichincles y compinches se lanzaron con denuedo a tratar de evitar que Bernardo Arévalo fuera a la segunda vuelta electoral en 2023. Desde ahí las cosas pintaron mal.

De hecho, la señora Porras parecía la contendiente de Arévalo, no Sandra Torres. Y eso no arredró a la ciudadanía consciente que había encontrado una vía expedita para desplazar del poder político a los segmentos enquistados en las estructuras del Estado, y que habían convertido los recursos públicos en botín.

Con la llegada del nuevo gobierno encabezado por Bernardo Arévalo esto ha tenido un freno repentino y drástico. Sin embargo, solo el Ejecutivo está a salvo, por ahora, porque en los otros nódulos de poder estatal, su posibilidad de injerencia es irreal.

La señora Porras, el juez Orellana y otras personas más están fuera del área de competencia del Órgano Ejecutivo. Por eso continúan en su plan de desestabilización. La maniobra fiscal y el acomodo judicial, sin embargo, se encontraron chapoteando en un pequeño charco, porque el respaldo mayoritario en las urnas al partido Semilla y a su candidato presidencial rompió expectativas. Y la movilización indígena, sin duda, cambió el cuadro nacional.

Cabía imaginar que, al asumir Arévalo, la señora Porras y compañía retacharían. Pero no ha sido así. El acecho continúa. Arévalo entonces movió ficha y convocó a la señora Porras. Primero a su despacho. La señora le hizo el desaire (aunque en la gestión anterior, fue visitante habitual de Alejandro Giammattei). Después la convocó (según establece la ley) para que diera un informe al gabinete de gobierno. La fiscal Porras guardó silencio, pero al final asistió, pero solo 10 minutos y se retiró. Lo increíble es que después de eso, fue la señora Porras quien invitó a su despacho al presidente Arévalo. ¿Se puede creer eso? ¿A qué está jugando? ¿Se atragantó su propio cuento? A saber...

Lo que ocurre en Centroamérica desde hace por lo menos cinco años indica que se ha consolidado el deterioro institucional como nota distintiva. Guatemala, en ese sentido, es una buena muestra de ello. La danza macabra que la señora Porras encabeza en Guatemala parece sacada de un manual de la perfecta desestabilización. Y es una ‘nueva’ modalidad de intervención política en los asuntos de Estado, ya que no solo los magistrados de la Suprema Corte y los de Constitucionalidad corrigen la plana política. Ahora la Fiscalía General es una pieza principal, de hecho, lleva la batuta. Aquí la pregunta no es establecer si la actual fiscal Porras procede conforme a la legalidad establecida o no, lo interesante sería ubicar a la ‘sombra misteriosa’ que la aúpa para que haga lo que hace. Solo así se explica su persistencia e impunidad.

Porque la señora Porras es vector de un grupo de poder, eso es claro. Juega un papel concreto en esta trama: hostigar durante el mayor tiempo posible el despliegue del nuevo gobierno. ¿Y este grupo de poder tiene identificación abierta con la gestión gubernamental anterior? Es muy probable. Y eso quiere decir que, al seguir ‘operando’ la señora Porras, se está recomponiendo ese grupo de poder. Pero sin el control del Ejecutivo, como estaba antes, será más complicado todo. Y seguirán dándole a la manivela hasta todo lo que dé.

Los primeros pasos de Bernardo Arévalo, en cuanto a la señora Porras, quizá no siempre se comprendan bien. Aunque desde antes de asumir la presidencia en enero vino planteando la renuncia de la fiscal general, al parecer ahora ha adoptado otra estrategia: el ministerio de Gobernación trabajará ‘de la mano’ con la Fiscalía. ¿Significa esto que no pudo apartar a la señora Porras o se trata de un recoveco con puerta fantástica al final?

El nuevo gobierno guatemalteco la tiene difícil en casi todos los órdenes para arrancar con su gestión. Lo sabe Arévalo y su equipo y lo saben sus adversarios. El reciente anuncio de algunas inversiones (la construcción de siete centros hospitalarios, la ejecución de caminos secundarios y rurales, el despliegue de sistemas de riego, la reforma del sistema de manejo de desechos sólidos y la protección de bosques y cuencas hidrográficas) permite apreciar el cariz y las prioridades de este gobierno progresista.

Sin embargo, las nubes negras que lo amenazarán durante estos cuatro años, quizá no desaparezcan y Bernardo Arévalo, cada mañana al despertar tendrá que repetir el texto del famoso cuento ‘El dinosaurio’, de su compatriota Augusto Monterroso que dice: ‘Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí’.