Yo también le devuelvo sus promesas de que sería un mejor gobernante que todos los anteriores. Le devuelvo la ilusión que despertó en tantos en el país, y le regreso la esperanza. Tome, le devuelvo sus obras pirujas que solo sirven para distraer de los verdaderos problemas del país, y también le devuelvo los planes de los grandes mega proyectos que nunca hizo y no hará, pero devuélvanos la democracia, por favor.

Señor presidente, usted me hace extrañar hasta los gobiernos de los militares, que sin hacer tanto relajo mantenían la paz y la tranquilidad. Sin hacer esa descomunal cacería de malandros en los cuales se han ido tanta gente inocente, pero se vivía sin delincuencia. Es más, señor presidente, usted me hace sentir nostalgia por el gobierno de José Napoleón Duarte, que aún con la guerra y el terrorismo encima nunca irrespetó la libertad de prensa ni de expresión, un gobierno que nunca puso barreras a las investigaciones periodísticas, y tan cierto es eso que abundaron reportajes en los que se desentrañaba la corrupción, no como usted, que todo el que lo investiga o critica es su enemigo, y les cierra las puertas a las investigaciones periodísticas, y hasta a la CICIES echó del país cuando ya empezaba a descubrir su gobierno corrupto.

Señor presidente, con usted ha sido como salir del sartén a las brasas. Me hace extrañar los gobiernos de ARENA, así de dramática es la situación. En esos cuatro períodos se respetó la alternancia en el poder, los resultados electorales, y cuando tuvieron el poder total (con ayuda de los partidos taxi), nunca se cometió la vileza de cambiar la Constitución, de limitar la participación del sector privado en las instituciones. Gobiernos en los que se mantuvo una apreciable estabilidad macroeconómica que permitió un crecimiento sostenido por varios años del 4 %. Con usted a duras penas llegamos al 1.5 %.

Incluso me hace sentir melancolía por los rojos del FMLN, ya que, si bien pasaban peleándose con medio mundo, siempre respetaron la institucionalidad. Yo le devuelvo también mis $ 300, pero devuélvanos la democracia, el sistema republicano el cual usted ya hirió en un costado. Devuélvanos el Estado de derecho, la dignidad, la autoestima como nación y sentir que estamos gobernados por gente sensata.

No es burla, al contrario, me uno al clamor de la madre de familia que perdió a su hija y a su nieto que se gestaba en el vientre materno, y que es una petición llena de dolor, angustia y desesperación de tantos salvadoreños que vemos como esta realidad se está convirtiendo en una extraña y espantosa visión psicodélica, en el cual todas las formas y figuras van desvaneciéndose convirtiéndose en espantos y monstruos.

Bajo la alfombra de un ataque frontal y descarnado contra las maras, se esconden violaciones injustificables contra los más básicos derechos de toda persona que está siendo procesada. Es la paz de los muertos que decía Roque Dalton, pero unos muertos que no se quedan callados, que gritan y claman justicia.

Sin duda que se le ha pasado la mano, señor presidente. Ha logrado que todos los funcionarios del Ejecutivo, la más alta autoridad del Órgano Judicial y su bancada en el Legislativo, parezcan zombies, sin voluntad, sin alma, sin vida. Rompió con casi tres siglos de filosofía política de separación de los poderes.

Desechó la historia de nuestros próceres, de tantos héroes civiles que ofrendaron su vida por la democracia, de los Acuerdos de Paz y su poderoso significado. Los ha desechado con menosprecio a ellos y a nuestra historia. Los quiere enterrar y dejarlos en el olvido, como quitar unas simples placas conmemorativas de las paredes del Palacio Legislativo, pero eso no se puede borrar, no se puede, y más temprano que tarde verá el resultado de creer que usted es el mesías. Tome, le devuelvo los $300, pero devuélvanos la democracia y la dignidad.