El sistema financiero salvadoreño salió bien librado de los desafíos que trajo un 2020 marcado por la baja actividad económica asociada con la pandemia del covid-19.


Según el análisis de la Asociación Bancaria Salvadoreña (Abansa), al cierre del año, el sector contaba con un índice de liquidez neta del 39.5 %, mientras que el de solvencia cerró en 14.8 %, por encima de los mínimos requeridos por parte del regulador (del 17 % y 12 %, respectivamente).


La entidad destaca que el sector bancario cerró 2020 con una cobertura superior al 100 % del saldo de préstamos vencidos, y lo define como “el reflejo de la prudencia y el buen manejo del riesgo durante la crisis”.


El desempeño está influenciado, en parte, por un importante incremento de los depósitos, los que han consolidado al sector en medio de las turbulencias que provocó la pandemia y las cuarentenas aplicadas para disminuir los índices de contagio.











La banca espera que en 2021 la actividad siga empujada por el flujo de remesas y una mayor demanda de productos en el mercado estadounidense.



“La confianza de los clientes en la solidez y solvencia de la banca, aún durante la pandemia, se respalda en la tendencia del crecimiento del saldo de depósitos, el cual -a diciembre de 2020- alcanzó los $15,250 millones”, dijo ayer Luz María de Portillo, directora ejecutiva de Abansa.




Es importante recordar que los bancos otorgaron diferentes alivios financieros a sus clientes con problemas en la pandemia”, Luz de María de Portillo, Directora Ejecutiva de Abansa



La entidad resaltó en su análisis del cuarto trimestre de 2020 que al cierre del año los depósitos alcanzaron el 86 % de la estructura de fuentes de fondeo de los bancos del sistema, seguido de los préstamos recibidos del exterior con un 9 %, el cual equivale a $1,606 millones, mientras que los títulos valores se quedaron con el 5 %, unos $813 millones.



Digitalización


De Portillo destacó también que el 2020 marca un antes y después en el plan de digitalización de la banca, modalidad que fue acelerada durante las cuarentenas y restricciones de movilidad en vigor en varios meses de 2020.


“Una de las claves para mitigar el impacto de la crisis ocasionada por la pandemia fue la digitalización e inclusión financiera. Los bancos miembros de Abansa trabajaron en incentivar estas medidas, acercando más la banca a los clientes”, dijo.


Un reflejo de esto es que las transferencias hechas por medios electrónicos prácticamente duplicaron el ritmo que tenían en diciembre de 2018, cuando rondaban los tres millones. En diciembre de 2019, meses previos a la pandemia, las transferencias rondaban los cuatro millones, mientras que para diciembre pasado esta modalidad alcanzó los seis millones.


“Las transferencias por banca electrónica en el sistema financiero alcanzaron los seis millones, aumentando 55 % de forma interanual”, dijo De Portillo, que agregó que en las instituciones parte de Abansa las transacciones entre bancos, por medio del sistema UNI (antes ACH), creció a una tasa del 245.1 %.


El uso de dicho sistema se mantiene sin costo para los usuarios y es compatible con las aplicaciones de banca móvil de las diferentes entidades, herramienta que facilita las transacciones.



Préstamos siguen a la expectativa


Los préstamos brutos tuvieron un crecimiento limitado en 2020. Según datos del BCR, el saldo alcanzó los $13,308 millones en diciembre con un crecimiento internaual 1.1 %, pero equivalen al 52.7 % del Producto Interno Bruto (PIB).


Luz de Martía Portillo, presidenta de Abansa, explicó que de marzo a mayo el promedio del crecimiento interanual fue del 5.8 %, y fue influenciado por una mayor demanda de créditos a empresas, específicamente de las mipyme, un sector que representó un crecimiento del 14.8 % al cierre de 2020.


Al cierre del año, los préstamos para actividades productivas subieron 3 %, pero personas y viviendas bajaron en -0.5 % y -1.3 %, respectivamente.