Dicen los que saben, que la pandemia de covid-19 va a cambiarnos la vida. Que habrá un antes y un después, y que el teletrabajo forma parte de ese después.

¿Seguiremos con el teletrabajo cuando la epidemia se acabe? La cosa tiene sus pros y sus contras, en sintonía con el resto de países de nuestro entorno, es que la recomendación de teletrabajar siempre que sea posible se extenderá mucho más allá del periodo de confinamiento, probablemente hasta que haya una vacuna o un tratamiento eficaz para el covid-19 (o ambas cosas), lo que pinta un horizonte temporal de bastantes meses. Tiempo de sobra para acostumbrarnos.

Recientemente leí un artículo muy interesante, sobre los cuatro argumentos de peso que refuerzan la idea de que el teletrabajo ha venido para quedarse: Una parte significativa de que los empleados trabajen desde casa ahorra mucho dinero a las empresas. ¿Y eso por qué? Pues porque deja de ser necesario tener edificios enormes con miles de metros cuadrados de oficinas. Esto no quiere decir que los empleados no pisen las oficinas, pero pueden hacerlo para reuniones presenciales, presentar informes, reunirse con clientes, etc. Lo importante es que no es necesario que estén todo el tiempo en la oficina.

El cambio climático no ha desaparecido como la principal amenaza para nuestro futuro. Los países, cuando este respiro que le estamos dando al planeta acabe, seguirán teniendo que reducir drásticamente sus emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Y eso implica dos cosas: el cambio de modelo de transporte de personas hacia modelos 100% eléctricos, algo factible en grandes ciudades que tienen metro, pero mucho más complejo en ciudades más pequeñas y núcleos dispersos, donde el automóvil o el autobús mandan.

Estamos viendo imágenes insólitas, peces y delfines en los canales de Venecia, cuyas aguas se han vuelto transparentes. Animales salvajes circulando por las calles desiertas. Ciudades con cielos claros y limpios. Si el teletrabajo es una opción para reducir la movilidad y, por tanto, la contaminación, es muy posible que se acabe imponiendo como una herramienta fundamental para la lucha contra el cambio climático.

El teletrabajo reduce el estrés y permite ganar en calidad de vida. Pero no se trata solamente del estrés en la oficina. También se trata de que el teletrabajo permite a los trabajadores ganar una o dos horas diarias de vida, que es el tiempo que se pierde en desplazarse hasta el trabajo y de vuelta a casa, según donde vivas. Sin necesidad de soportar atascos o apretujones y retrasos en el transporte público.

Las redes están aguantando el tirón. El tráfico en las redes ha subido de forma casi exponencial durante el confinamiento, no sólo por el trabajo, sino (sobre todo) por la mayor demanda de televisión y cine en streaming. Es cierto que las grandes plataformas como Netflix o Youtube han colaborado reduciendo la calidad de sus emisiones para ocupar menos ancho de banda, pero se supone que la tecnología 5G viene a solucionar ese problema. El caso es que el temido colapso de internet no se ha producido.

A lo anterior hay que sumarle la reunionitis, otra enfermedad muy extendida que consiste en realizar reuniones maratonianas que te dejan agotadas las neuronas. Al día siguiente no puedes ser productivo ni con una grúa. Y a los dos días revisas el proyecto y te das cuenta de la cantidad de cosas que hay que cambiar, con lo que acabas convocando otra reunión.

Son numerosos los estudios, realizados en el ámbito académico y también por grandes empresas, que desmienten que el trabajo presencial sea más productivo que el teletrabajo. Los datos dicen justamente lo contrario: las empresas que han implantado el teletrabajo cuentan con trabajadores más productivos y más satisfechos. Y eso no es de ahora. Un artículo de hace 8 años habla de un estudio de la Universidad de Stanford sobre este tema. Todo este tiempo de confinamiento y restricciones abrirá los ojos de muchos directivos de empresas, grandes y pequeñas. Es un gigantesco test sobre el teletrabajo a escala mundial. Habrá que ver los resultados y los estudios que, sin duda, se harán sobre esto. Por supuesto seguiremos yendo a la oficina, por lo que las empresas harán bien en estudiar detenidamente los datos y hacer del teletrabajo una opción prioritaria. Es cuestión de números, ni más ni menos.