Durante el conflicto armado el Ejército consideraba a los jesuitas instalados en El Salvador como sus enemigos, dijo ayer José María Tojeira, el exsuperior provincial de la Compañía de Jesús para Centroamérica. En su declaración dijo que en contra de ellos había un ambiente de agresividad y acoso militar, al grado que constantemente les iban a catear sus residencias.

Reveló que esa hostilidad provenía de algunos miembros de la Fuerza Armada, en particular había una molestia en contra de Ignacio Ellacuría, porque defendía las conversaciones de paz entre la guerrilla y el gobierno; las dos partes en mención lo atacaron.

Las intensiones de matar a Ellacuría habían estado desde que comenzó la guerra, en 1981 tuvo que irse de El Salvador porque un coronel le avisó que él era el número uno, en una lista de personas que estaban en los planes de asesinar.

Ocho años después de aquel aviso, Ellacuría fue asesinado por el Batallón Atlacatl, el 16 de noviembre de 1989 cerca de las 2:00 de la madrugada, tres días antes, miembros de ese mismo batallón irrumpieron las instalaciones de la Universidad Centroamericana (UCA) con el argumento de que buscaban armas, que la guerrilla tenía guardaba.

En el fondo, lo que los militares llegaron hacer era a identificar a los sacerdotes jesuitas, para tenerlos ubicados, Tojeira, afirmó ayer que esa conclusión la sacaron después de ocurrida la masacre. Recuerda que el 13 de noviembre a eso de las 6:30 de la tarde, el padre Ignacio Martín Baró le llamó para decirle que acababan de catearle la casa.

Los militares le dijeron que desde adentro de la universidad alguien estaba disparando, pero que al final no les hicieron ningún registro, solo pidieron los nombres de todos para identificarlos. Tojeira supone que los miembros del Batallón Atlacatl querían asegurarse que Ellacuría estaba ahí, ya que a eso de las 5:00 de la tarde, cuando ingresó a la UCA procedente de Guatemala tras un viaje que había realizado en Alemania y España, los militares lo detuvieron y le pidieron la identificación.

Según Tojeira, a Ellacuría le avisaron que no regresara al país porque la situación estaba crítica, había disparos por todos lados, la guerrilla había lanzado desde el 11 de noviembre la denominada “Ofensiva hasta El Tope”, pero que les dijo que no, que era el momento de regresar ya que quería estar pendiente de todo lo que pasaba.

Ellacurí, era alguien que siempre daba la cara y cuestionaba las violaciones a los derechos humanos, incluso el entonces presidente de la República, Alfredo Cristiani, le pidió que formara parte de un grupo que investigara el atentado en la sede de la Federación Nacional Sindical de Trabajadores (FENASTRAS), el 31 de octubre de 1981, donde murieron diez personas, pero según Tojeira, Ellacuría le expresó a Cristiani que no podía porque se encontraba fuera del país.

“El presidente Cristiani estaba más dispuesto a negociar la paz y eso había ocasionado que la parte más derechista de los militares estuviera más agresiva”, dijo Tojeira al momento de rendir ayer su testimonio ante Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de España.

Tras la masacre, Tojeira dice que en una reunión con Cristiani, en la que estuvo un coronel retirado, él le dijo al entonces presidente que el Ejército había asesinado a los jesuitas, lo cual generó un descontento en el militar y discutieron, hasta que el mismo Cristiani quien les pidió que se tranquilizaran y que él prometía que se iba investigar el caso y enjuiciar a los culpables.

Recuerda que la madrugada de la matanza hubo una nutrida balacera, en todo el perímetro había soldados.

Tojeira dijo a la Audiencia Nacional Española que concluyeron que se trató del Ejército, porque a 700 metros del lugar de la masacre estaba el Estado Mayor de la Fuerza Armada, a 400 metros “en línea recta”, está el edificio de la Inteligencia Militar y a 200 metros, la Torre Democracia, donde permanecían soldados y francotiradores “había visibilidad del lugar donde los mataron, aunque era de noche, estos los que estaban ahí tenían visores nocturnos”, dijo.

“Hace cinco años vino a visitarme un soldado que estaba en la torre Democracia, francotirador, y me contó que vieron con visores nocturnos lo que estaba pasando, mientras estaban matando a los padres; informaron al Estado Mayor y del Estado Mayor les dijeron que no contaron nada a nadie, eso es un poco, prueba posterior si quieren, pero lo objetivo era un lugar muy cuidado... al lado de puestos claves: Estado Mayor, Inteligencia Militar del Ejército, se produce un tiroteo de 20 minutos, una noche con toque de queda y el Ejército no llega, a pesar que 40 hombres entraron en la UCA, evidentemente, es que fueron ellos”, aseguró Tojeira, ayer.