Matías Antonio de Córdova y Ordóñez nació entre un día no determinado entre el 20 y 28 de abril de 1768, en el hogar de Pedro Rafael Córdova y Josefa Ordóñez, radicados en Tapachula, capital del partido de Soconusco (Chiapas), cuando la zona aún era parte del territorio de las seis provincias componentes del Reino de Guatemala.
Becado en el Colegio Seminario del Convento de La Concepción en Ciudad Real de Chiapa (hoy San Cristóbal de Las Casas), ingresó en él el 20 de abril de 1780, aunque lo abandonó el 16 de septiembre de 1781. Tras andar 120 leguas, ingresó al noviciado en la Provincia de San Vicente de la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán (1782), estudios que desarrollaría junto con nueve años de Filosofía y Teología Escolástica en la Real y Pontificia Universidad de San Carlos de la ciudad de Guatemala (1782).
Diácono (17 de mayo de 1789) y presbítero (14 de marzo de 1790) y escritor de epigramas, letrillas y composiciones satíricas, fray Matías se dio a conocer de forma pública con su trabajo Utilidad de que todos los indios y ladinos vistan y calcen a la española, y medios de conseguirlo sin violencia, coacción ni mandato (Nueva Guatemala, imprenta de Ignacio Beteta, 1798, 22 págs.), en el que defendía la tesis de que crearles necesidades a los indios estimularía la producción y el comercio como fuentes de riquezas materiales.
Dicho ensayo resultó ganador entre los diez textos presentados al certamen convocado por en 1797 por la capitalina Sociedad Económica de Amigos del País, fundada tres años antes por Ignacio Villaurrutia. Al abrir el séptimo sobre o plica, calzado con un verso del poeta latino Horacio (Odi profanum vulgus et Arceo), el jurado de 18 vocales lo premió, el 9 de diciembre de 1797, con medalla de oro grabada y diploma que lo acreditaba como socio de mérito de esa asociación nacionalista.
Preceptor de Latinidad (1791), catedrático de Teología Dogmática (1793) y Lector de su convento dominico, realizó la publicación del Método fácil de enseñar a leer y escribir (1797) -sistema fonético y de doble alfabeto empleado en las escuelas del istmo centroamericano hasta las primeras dos décadas del siglo XX- y alcanzó el grado académico de Doctor en Sagrada Teología el 2 de julio de 1800, con una tesis latina dedicada a Santo Domingo de Guzmán –redactada en una hoja orlada de 18 por 32 cms.-, que le abrió las puertas de la cátedra de Retórica de la Universidad de San Carlos al mes siguiente.
También fue autor de una fábula didascálica de 417 versos y 2560 palabras, titulada La tentativa del león y el éxito de su empresa y “bautizada por él con el modesto nombre de fábula moral [...], por su extensión [...] y más aún por su tono elevado y sostenido, da a conocer cierta tendencia a la epopeya, que prueba el gran ingenio de su autor”, conceptos cuyo autor, el periodista y escritor nica-salvadoreño Román Mayorga Rivas, amplió al decir que dicha obra “vale como muchos buenos poemas, y cuyo mérito estriba en la destreza con que están hechos los versos, en la elegante sencillez del estilo, en lo vivaz y épico de la narración y en la lozanía de las descripciones, a todo lo cual pone coronamiento de oro el feliz desenlace de la obra, cuya introducción recuerda a la de la Ilíada, el más grandioso de los poemas épicos de la antigüedad”.
En 1801 publicó en la guatemalense imprenta de Beteta el desaparecido folleto El arte de leer con fruto los autores antiguos y las 160 páginas de sus Prelecciones a los libros de elocuencia, uno de cuyos ejemplares se exhibe ahora en las vitrinas del Museo del Libro Antiguo, en Antigua Guatemala. Luego, regresó a Ciudad Real, de donde partió hacia España, en cuyo madrileño Convento de la Pasión permaneció por cinco años (1803-1808), para gestionar ante la corte de Fernando VII la separación de las jurisdicciones eclesiales de Chiapas, Guatemala y Ciudad Real, lo cual logró por real decreto, el 9 de junio de 1810.
Miembro de la Academia Española, luego de que Madrid fuera invadida por las tropas francesas de Napoleón Bonaparte (2 de mayo de 1808), fray Matías huyó hacia Córdoba y Cádiz, donde en septiembre de 1809 se embarcó hacia tierras americanas, pero sin contar con la demora que le significaría el ataque realizado contra su nave por corsarios franceses.
Quizá fuera por esas fechas cuando un contemporáneo suyo lo describió como un hombre cuyo “cuerpo es de tamaño y carnes regulares, pelo castaño [o rubio], cargado de hombros, ojos [grandes] medio azules, párpados encarnados por el mal habitual de los mismos ojos que padece, poca barba, la cara y manos algo pecosas, color algo caído, y su voz naturalmente apagada”.
Establecido en Ciudad Real, ejerció de manera activa el magisterio, fundó una escuela elemental gratuita (1810), fungió como provincial de los segregados conventos de Santo Domingo a partir de 1815 y estableció una sucursal de la guatemalteca Sociedad Económica de Amigos del País (1 de abril de 1819).
Se convirtió en prócer de la independencia regional cuando, en su calidad de cura del pueblo de Comitán (Chiapas) y bajo la proclama de “A los cobardes, Dios los castiga con la esclavitud”, declaró la emancipación política en el templo de San Sebastián y en la Sala Capitular del ayuntamiento, en la mañana del domingo 28 de agosto de 1821. Las cartas y documentos vinculados con ese hecho fueron recibidas en la capital guatemalteca y se convirtieron en uno de los elementos que aceleraron los acontecimientos que culminaron con la firma de la primer acta independentista del Reino de Guatemala, en la mañana del sábado 15 de septiembre de ese año.
Pocos meses después, en febrero de 1822, las masas chiapanecas al mando de este cura constitucionalista y del coronel Ignacio Ruiz resistieron los embates militares de las tropas mexicanas del brigadier napolitano Vicenzo Filisola (reconocido en lengua castellana como Vicente Filísola) y del coronel y periodista mexicano Felipe Codallos, quienes estaban al servicio de las efímeras causas anexionistas del Imperio del Septentrión, presidido por el brigadier mexicano Agustín de Iturbide y Aramburu.
Ciudadano de la novísima región chiapaneca, anexada por el México republicano desde 1824, fundó El pararrayos de la capital de Chiapa (3 de octubre de 1827, segundo periódico del estado publicado en la primera imprenta del lugar, llevada por el propio fray Matías en 1826) y la primera escuela normal del continente americano, creada para la enseñanza de los indígenas por decreto del 20 de marzo de 1828, abierta al servicio público el 18 de mayo y clausurada dos décadas más tarde, durante una revolución.
Afectado por la hidropesía, falleció en el convento de Santo Domingo de Guzmán (Chiapa de los Indios, hoy Chiapa de Corzo), en la mañana del 17 de octubre de 1828, cuando fungía como prior del convento y rector de la Universidad Literaria de Chiapas, fundada por él mismo dentro del antiguo Seminario.