Un 10 de junio de 1935, en Akron, Ohio (Estados Unidos), el agente de la Bolsa de Valores de Nueva York William Griffith Wilson (Bill) y el médico cirujano Robert Smith (Dr. Bob), dos alcohólicos desahuciados, crearon la Fundación Alcohólicos Anónimos (AA). Desde entonces han sido millones de vidas las que han sido salvadas en todo el mundo. Hombres y mujeres que sumergidos en la enfermedad del alcoholismo tuvieron la oportunidad de recibir el mensaje y el apoyo de la mano amiga de los AA.

Actualmente AA tiene presencia en más de 180 países y tiene unos 123 mil grupos donde se reúnen más de 2 millones de personas. Cerca de 1,500 grupos están distribuidos en todo el territorio salvadoreño, donde la membresía ronda los 18 mil, entre hombres y mujeres.



La literatura de AA, traducida a más de 100 idiomas, es vasta, sencilla, metódica, de fácil comprensión y guiadora de valores para la vida en sobriedad. Tiene como principio el ser humano y un Poder Creador, como inicio de las causas buenas.

El método de AA es afectivo y efectivo. La persona, derrotada por el alcoholismo, asume su responsabilidad y acepta su debilidad y derrota ante el alcoholismo y comienza a acudir a los grupos, donde a través del método de la catarsis y el compartimiento adquiere conciencia sobre los problemas que le genera el vicio transformado en enfermedad.

El alcohólico anónimo está convencido que nunca va a superar la enfermedad del alcoholismo, por lo que hace de su reunión diaria la cura momentánea y necesaria, sumando así 24 horas de sobriedad, que con el paso del tiempo se convierten en semanas, meses, años y hasta décadas. Morir en sobriedad es “morir con las botas puestas”, casi un privilegio.

El programa de AA es sencillo y excelente. Hace del nuevo miembro la persona más importante del grupo y tiene como prioridad crear sus propios valores de tolerancia. Fomenta la unidad, el servicio y la recuperación como la trilogía filosófica de su deber ser de cada miembro, cada grupo y la comunidad en sí.

En AA nadie sobra, cada miembro es importante, porque es una comunidad de hombres y mujeres que tienen en común la enfermedad del alcoholismo, cuya finalidad es la recuperación y llevar el mensaje a otros que sufren las terribles consecuencias de ese mal. Consecuencias que por metástasis afectan los entornos del alcohólico, principalmente su hogar y sus seres queridos

Es triste ver como el alcohólico destruye su propia vida, pero también daña severamente la de otras personas. Los alcohólicos (as) acaban con su dignidad humana y sus valores existenciales, hasta convertirse en bazofia y en personas que estorban la felicidad o la tranquilidad de otros. Algunos caen tan bajos que son despreciados por quienes alguna vez los amaron y se convierten en obstáculos en la sociedad.

Tras cada alcohólico hay tristeza, dolor, angustia, desesperación, miseria e infelicidad propia y ajena. Historias tristes que iniciaron con un trago de juventud o curiosidad, entre amigos o en momentos de emotividad. No hay nadie que se alegre de tener a un pariente, un amigo o un conocido sumido en el alcoholismo, porque estás personas solo generan lástima y en algunos casos rabia por no tener fuerza de voluntad ni conciencia para dejar el vicio.

No todo está perdido. Todo alcohólico cabe en AA porque es recuperable, mientras tenga vida. Es la voluntad cargada de humildad la fuerza motriz para buscar la recuperación. Los doce pasos son el método perfecto de la recuperación individual, las doce tradiciones el modo exacto de la existencia de los grupos y los doce conceptos la visión ampliada de AA respecto a su institucionalidad e integridad individual y colectiva.

No hay alcohólico por accidente o porque su génesis lo determine. Más bien hay alcohólicos que fueron influenciados por su entorno y por el contexto de su convivencia. El alcohol los dominó en la mente e hizo de su organismo una estructura alcohol-dependiente. Los arrastró a la infamia de la existencia y los expulsó de la normalidad, hasta convertirlos en seres generadores de angustia. Hasta ahora no hay nadie que controle al alcohol, pues es este vicio el que mina la mente y controla la conducta y los efectos nocivos de la ebriedad.

Cuando un alcohólico se toma el primer trago, sin tener conciencia de ello en muchos casos, es el responsable de sus propias desgracias y la de quienes le rodean. Muchos han perdido sus trabajos, sus hogares, sus amistades, sus aspiraciones, su propia voluntad y su esencia humana. Un conductor peligroso no puede ni debe justificar su actuación por el hecho de andar “tomado”. Tampoco el alcohol es motivo de justificación de comisión de delito alguno.

He conocido a personas que bajo el efecto del alcohol han cometido atrocidades, tales como matar a su pareja, a sus padres, a sus hijos, a sus amigos, a sus compañeros. Causa tristeza y dolor hablar con alguien que en estado de ebriedad ha matado, golpeado, violado, agredido o dañado a un ser querido. Estos casos ocurren casi todos los días en todos los niveles, porque el alcoholismo no respeta jerarquías, edades, género, grados académicos o cualquier otra condición de la distinción social.

Cuántos hijos de ricos o pobres sufren por la conducta de sus padres alcohólicos. El dolor de la muerte de un pariente o conocido alcohólico es igual. No importa si expiraron en la acera de una calle, en el hospital, en una habitación rodeado de atenciones médicas o en cualquier circunstancia. La muerte de un alcohólico siempre es causa de lástima y a veces de dolor.

La buena noticia es que ningún enfermo alcohólico está fuera de los planes de AA. Si Bill y Bob pudieron al igual que millones de personas lograr la recuperación, por qué no pueden lograrla los demás. Hay que dar el primer paso con humildad y confiando en un Ser Superior, aceptar que sufren de una enfermedad que les ha hecho su vida ingobernable. Luego la recuperación vendrá con añadiduras, la principal la sobriedad y la tranquilidad familiar. ¡Feliz 89 aniversario AA!