La Unión Nacional Opositora denunció entonces múltiples irregularidades y las protestas y disturbios ocurrieron durante varias semanas. Los opositores incluso llegaron a pedir la nulidad de las elecciones, un recurso que fue desestimado por el Consejo Central de Elecciones, precursor del Tribunal Supremo Electoral.
El Gobierno de Romero intensificó la represión y además vio nacer una fuerte inconformidad social que dio paso al Golpe de Estado de octubre de 1979 y a la guerra civil que sufrimos entre 1980 y 1992. El país aún sufre las consecuencias de ese negro episodio de nuestra historia ante la ambición desmedida de perpetuarse en el poder por parte de un partido que era el brazo político de una casta militar.
Desde 1984 que se estableció la nueva era democrática en el país, los procesos electorales, aunque han tenido sus irregularidades, han sido en general transparentes y libres, algo que debemos seguir preservando y defendiendo como fuente de nuestra democracia, la armonía, la paz y la prosperidad, metas fundamentales de toda la sociedad.