Abogando por nuestros adultos mayores

Miércoles 08, Enero 2025 - 5:45 AM

Por ley las personas de la tercera edad deben recibir atención integral e integrada, cuidado y atención familiar y social, de acuerdo con sus necesidades. Todos debemos garantizar el bienestar y la calidad de vida de nuestros ancianos.

Enero es el mes de la tercera edad o adulto mayor en El Salvador. Desde 1992 por decreto legislativo se acordó que el primer mes del año sea cuando se reconozca el valioso aporte de los salvadoreños que tienen el privilegio de sobrepasar los 60 años de edad. Asimismo, proteger y crear políticas que favorezcan a quienes viven en este estadio. Hay instituciones públicas y privadas que con entusiasmo y limitaciones hacen su mejor esfuerzo para honrar a los adultos mayores y darles el lugar que se merecen; sin embargo, la sociedad y el Estado tiene una inmensa deuda con ellos. Miles de personas ancianas viven en la indigencia, la soledad, el desamparo y la mendicidad, sumidos en la pobreza o en la pobreza extrema. Un recorrido por la campiña salvadoreñas y es fácil ver la pobreza y las condiciones paupérrimas en la que están muchos ancianos, abandonados por su familia, por la sociedad y el Estado. Lo maltrecho de muchos ancianos también es posible verlo en la zona urbana. Hay personas de más de 70 años, enfermas, que se ven obligadas a trabajar para generarse sus alimentos o a vivir de la mendicidad. La pobreza genera necesidades y estas son crueles cuando las personas viven en la tercera edad. Muchos ancianos tienen la dicha de vivir rodeados de sus seres queridos que procuran cuidarlos, darles amor y proveerles de todo lo necesario, sabiendo que físicamente se volvieron incapaces de trabajar. En el país la mayoría de los adultos mayores no tuvieron un trabajo formal y por ende no cotizaron al Seguro Social. Para atenderlos a ellos el sistema cuenta con la red de hospitales nacionales donde hay carestía de insumos médicos, insuficientes medicamentos y no reciben ningún tratamiento acorde a su senilidad. Desde siempre, pero especialmente desde 1992 se lesolvidó al Estado construir un hospital nacional geriátrico. El actual gobierno construyó un hospital veterinario lo cual ha sido positivo, pero obvió edificar un nosocomio especializado en la atención del adulto mayor, tan necesario en un país donde el 11.1 por ciento de la población o más de 540 mil son personas de la tercera edad, la mayoría de ellas con dolencias. Todavía es tiempo de proyectar la construcción de un hospital geriátrico, para dar paso a una verdadera protección de los adultos mayores. La Ley del Adulto Mayor sostiene que el Estado y la sociedad están obligados a garantizar una vida plena, digna, independiente, autónoma y saludable. La salud es vital para los ancianos, garantizarle el derecho a la salud es el mejor homenaje que se le puede hacer a una persona que en su juventud y adultez productiva dio su aporte al sostenimiento de su familia y al desarrollo de la nación. Según la Ley, ningún adulto mayor debe ser discriminado en razón de su edad, ni sujeto a una imagen peyorativa. Por desgracia, en el país, todavía hay quienes consideran a los ancianos como un estorbo o como personas que deberían estar en asilos, los que en El Salvador son insuficientes y los pocos que hay tienen muchas carencias. Las personas de la tercera edad, de acuerdo con la Ley, debe tener igualdad de oportunidades, pero relacionado con el acceso a los servicios básicos, a la salud y a prerrogativas que mejoren su calidad de vida. Es obvio que, en las filas para atenciones institucionales y otras circunstancias deben tener privilegios o tratos especiales. A ellos se les debe garantizar el derecho y acceso a techo, abrigo y alimentación. Por ley las personas de la tercera edad deben recibir atención integral e integrada, cuidado y atención familiar y social, de acuerdo con sus necesidades. Todos debemos garantizar el bienestar y la calidad de vida de nuestros ancianos. Si tenemos suerte algún día llegares a esa edad y seremos víctima o beneficiados del sistema. Antes de llegar a ese periodo debemos construir un mundo de mejores condiciones. La prevención evita la desgracia. A nuestros ancianos debemos cuidarlos y no obligarlos a que asuman responsabilidades que ellos ya cumplieron durante su vida de productividad. Cuidar nietos, mantener hijos, lidiar con ebrios, trabajar para ganarse el sustento diario, mendigar acceso a la salud, rogar por mejores pensiones, no son de su correspondencia. Las personas de la tercera edad merecen que la familia, la sociedad y el Estado les brinde protección y mejor calidad de vida. Es cuestión de justicia, amor y humanismo. • Jaime Ulises Marinero es periodista