La merenguera también recurrió al romanticismo y al desamor, no solo con sus ritmos guapachosos, sino que también cantó, junto a su público, varias baladas, como “Basta ya”.
Olga, alejada por un tiempo de los escenarios, regresó con mucha energía, baile, luces, su espectacular orquesta, y, por supuesto, con una gran voz, la cual hace la “piel de gallina” a cualquiera.
El público agradeció cada una de las canciones de la artista, a las cuales, sin excepción les puso mucho sentimiento, voz e intención. De la interacción con los asistentes, podemos decir que es única y carismática, lo cual contagia y lo hace sentir a uno como en un momento muy íntimo, cercano y sobre todo agradable.