Invertir en becas al exterior es una gran apuesta para un país. Gran parte del éxito de naciones subdesarrolladas en la segunda mitad del siglo XX -como los llamados gigantes asiáticos- fue precisamente ese, invertir en sus mejores estudiantes para que fueran a estudiar al extranjero y volvieran a aportar lo mejor de sus conocimientos al país para fomentar el desarrollo. La meta se logró en naciones como Japón, Taiwán, Corea del Sur, Singapur y otros desde los años 70.
Con las becas ha habido varios problemas en El Salvador. Por un lado, muchas becas se pierden porque los estudiantes desconocen de su existencia y no aplican, son becas que ofrecen muchos gobiernos extranjeros para diversos estudios, especialmente tecnológicos. Por otro lado, en gobiernos anteriores hubo la práctica de que se otorgaban becas a hijos de funcionarios que no necesariamente eran escogidos por sus notas, mientras que otros alumnos brillantes y sin influencias se quedaban sin acceso a ellas. Y finalmente, el otro gran problema es que muchos jóvenes ven las becas como un camino para irse del país, graduarse como profesionales y no volver más. El país pierde entonces a esos jóvenes talentosos y los recursos que se invirtieron en ellos.
Pero independientemente de ello, el estado salvadoreño debe seguir invirtiendo en becas o gestionar con países amigos para que nuestros mejores alumnos puedan formarse en el exterior, con el requisito de volver para aportar su conocimiento en el desarrollo y la prosperidad del país.