Chaves, yo pregunto

Jueves 02, Enero 2025 - 9:46 AM
¿Por qué no imitar lo bueno de una dictadura cuando alguien tiene en sus manos, como sea, las riendas del poder absoluto? ¿Por qué sí lo malo? Pues porque de lo primero no existe nada copiable porque no lo hay, mientras que lo segundo brota abundante. Por ello, cualquier perverso, ególatra y autoritario se decanta por recrear las prácticas despóticas. Eso está ocurriendo en Costa Rica con el publicitado y plantoso "modelo Bukele”. El extravagante Rodrigo Chaves, presidente del hermano país, recibió babeando a su colega guanaco hace unas semanas. Entonces acordaron quién sabe qué cosas. Lo único que quedó claro fue que promocionarán su "Liga de naciones” para hacerle algunos mandados al próximo presidente estadounidense y quedar bien con él. Inicialmente dicen que lo harán entre las centroamericanas; pero, pretenciosos como son, se consideran capaces de convocar a otras más allá de nuestras comarcas. Fuera de eso, el resto de lo acordado lo declararon información reservada. "Las partes ‒se lee en el numeral 6 del documento suscrito por estos‒ se comprometen a no difundir ningún aspecto de las informaciones, datos, informes y resultados, presentados o recibidos, en el modo que sea, a los que hayan podido tener acceso en el desarrollo del mismo, ya que dicha información tendrá carácter confidencial”. Pensé llamarlos pintorescos, pero al cabecilla del "bukelato” y a su homólogo tico prefiero decirles calamitosos por ser los principales responsables del daño gravísimo que están causando en sus respectivas naciones y ‒por consiguiente‒ dentro del istmo: el desmontaje de ambas democracias, aunque una apenas "gateaba” y la otra aún se encuentra enpie... al menos hasta ahora. Esta última, la costarricense, aparece amenazada mientras que la salvadoreña ya es cosa del pasado no obstante su alto costo humano producto de la "guerra sucia” gubernamental, la guerra de guerrillas y la posterior guerra abierta desatada entre los ejércitos de dichos bandos. La última de estas finalizó hace más de tres décadas, logrando concluir la dictadura militar que arrancó en diciembre de 1931 con la entronización del general Maximiliano Hernández Martínez; este presentó su renuncia a la Asamblea Nacional Legislativa, la cual le fue aceptada el 9 de mayo de 1944. Ese logro ocurrido hace más de ochenta años, no se tradujo en el inicio del trayecto hacia un Estado democrático pues los"dueños de la finca” no lo permitieron y mantuvieron a los militares "administrándola” y "cuidándola”, hasta que el movimiento popular organizado en las ciudades y el campo dio paso a la lucha armada concluida con los acuerdos de paz firmado entre las partes beligerantes. En adelante, lentamente y a empujones, costó llegar adonde se llegó: a crear y mantener un andamiaje institucional ‒raquítico, ciertamente‒ mediante el cual se garantizó que la violación sistemática de derechos humanos por razones políticas fuera superada, que la labor del aparato electorero no se desnaturalizada como antes, que los resultados de los comicios se respetaran ‒al punto de lograr que la exguerrilla metiera dos de sus candidatos en Casa Presidencial‒y que la justicia constitucional comenzara a irrumpir en nuestra sociedad. No se me ocurren más logros destacados, pero sí fallas; fundamentalmente dos: la mejoría de la economía familiar entre las mayorías populares y la garantía de su seguridad no se asomaron de manera cierta y consistente. Y, parafraseando al cubano Carlos Puebla, ¡en eso llegó Nayib!; y parafraseando además al mexicano Emmanuel, ¡todo se derrumbó! Por ser mi última columna escrita en el 2024 y la primera publicada en el 2025, rescato tres hechos notorios ocurridos durante los últimos doce meses que desnudan como dictador a Bukele; entre tantos, hablando en buen salvadoreño, lo chulonean como tal: reelegirse inconstitucionalmente en febrero; además, están la reactivación de la minería en diciembre y la continuidad del régimen de "excepción” ‒solo de nombre, pues se volvió "normal”‒ a lo largo de todo el año. Para ello, mantiene secuestrado todo el aparato estatal derrochando millonadas destinadas a una descomunal y ególatra publicidad; también a incrementar el número de integrantes de la Fuerza Armada y su equipamiento. Además, hay casos "misteriosos” como las muertes de Alejandro Muyshondt y del director general de la corporación policial junto a otras personas más, en el "helicopterazo” ocurrido en septiembre. Y ahora parafraseando a Marcos Mundstock ‒admirado integrante de Les Luthiers fallecido hace casi cinco años‒ yo pregunto y quiero que usted, presidente Chaves, me conteste: ¿es hacia lo antes señalado que pretende conducir a la hasta ahora seductora y respetada democracia costarricense? Ya mandó algunas señales preocupantes como la reserva de información e, imitando el "mejor” estilo "bukeleano”, las cadenas nacionales de medios. Así que mucho cuidado, querida Tiquicia.