Dos desafortunados accidentes de tránsito provocados por motoristas de Casa Presidencial han estado bajo el ojo del huracán de la opinión pública en los últimos meses. Más que por su dimensión –un accidente  de tránsito puede sucederle a cualquier persona– sino por su forma de reaccionar y manejar las situaciones.

En ambos casos, los motoristas han huido de la escena, un acto supremo de irresponsabilidad sobre todo sabiendo que han causado la muerte de una persona. En el primero de los casos, con el agravante que un alto oficial del Estado Mayor Presidencial incluso cometió fraude procesal y por eso está siendo enjuiciado.



En este segundo caso, el motorista también huyó del accidente y extrañamente, los documentos de la víctima desaparecieron, en un caso que luego el vocero presidencial dijo que implicaba a un “indigente” para luego concluirse que se trataba de un abogado.

No puede haber ninguna justificación para este comportamiento de empleados de Casa Presidencial y tampoco de sus superiores, y por eso es que la sociedad reclama por este comportamiento. Las víctimas –y sus familias– merecen respeto y justicia y ningún conductor, independiente de dónde labore, debe ser protegido o encubierto en una situación así.