Los hombres no somos ni más ni menos que las mujeres ni viceversa, simplemente somos seres humanos con capacidades de desarrollarnos en cualquier ámbito de la vida. Nadie es menos ni nadie es más partiendo de su orientación sexual y el disque “lenguaje inclusivo” solo es una forma vana de destruir (afear) el idioma español.

Personalmente pienso que el referido “lenguaje inclusivo” realmente es excluyente y que lo utilizan quienes se sienten diferentes y quienes voluntaria o involuntariamente se autoexcluyen, y también lo usan aquellas personas que fomentan el divisionismo y buscan alienar a las personas que por efectos de la naturaleza social o genética tienen una orientación sexual distinta a su género físico de nacimiento.



El español es un idioma bello, inclusivo por naturaleza, ​que no requiere agravios de quienes tienen un concepto errado de lo que es inclusividad de género. No es diciendo “todes” como corregimos una formación homofóbica en la sociedad machista. La palabra todos es inclusiva y cuando se refiere al ser humano abarca a heterosexuales y homosexuales.

El sábado pasado se realizó en el país el desfile del “Día del Orgullo Gay” y en una conversación radial la persona entrevista agradecía a “todes” por haber participado y abogaba por que en el país algún día se permitieran las bodas entre personas del mismo sexo y las adopciones de “niñes” por parte de parejas gay.

La persona entrevistada se quejaba del “sistema machista” de la sociedad salvadoreña que ha desarrollado una cultura de rechazo hacia las personas con diversidad sexual. Asimismo señalaba al Gobierno, a la iglesia, a los grupos de poder y a la academia o sistema educativo de no apostarle a una formación inclusiva y formativa de conceptos y valores de igualdad de géneros.

La misma persona, con un injustificable razonamiento indicó que lo correcto para referirse a un conjunto de periodistas de hombres y mujeres era el término “periodistes”, lo cual provocó la risa del entrevistador y como consecuencia el malestar del entrevistado, quien señaló que esa risa era tan solo un ejemplo de quienes los discriminan. A mí como radioescucha y periodista también me causó risa la ocurrencia y yo creo ser respetuoso de todas las ideologías aunque no necesariamente las comparta.

En una sociedad con una sana convivencia y de igualdad de condiciones cabemos todos. Los principales valores deben ser el respeto y la tolerancia, los cuales deben ser fomentados desde el sistema educativo, la iglesia y principalmente la familia. A la persona hay que respetarla y tolerarla precisamente por su condición humana. Será el sistema como estructura social el que se encargue de premiar o castigar a las personas por las conductas positivas o negativas.

Al homosexual hay que respetarlo, pues son personas que por un ordenamiento genético nacieron así sin tener opción de escoger. Otros, los menos, fueron condicionados por su entorno. A todos hay que aceptarlos en una sana convivencia, pues aunque minoría tienen derechos al igual que los heterosexuales, que evidentemente somos mayoría.

A la hora de competir por una oportunidad un homosexual tiene derecho a hacerlo en igualdad de condiciones y debe demostrar capacidad, no ampararse en una ideología de género que por su contenido alienante y su ruptura con el idioma es autoexcluyente y lleva al rechazo de buena parte de la sociedad.

Conozco a muchos homosexuales destacados como profesionales, con conductas intachables y muy significativos para su familia, su comunidad y la sociedad en general. Homosexualismo no debe ser sinónimo de prostitución, de exhibicionismo, o del uso de un “lenguaje inclusivo” que por ser en esencia excluyente solo pretende destruir lo hermoso del español; un idioma elegante y repleto de variaciones idiomáticas y gramaticales.

En cuanto a las bodas gay, es obvio que no estamos preparados porque no es constitucional y porque la reproducción no es posible de manera general, aunque la comunidad gay es libre de formar parejas. Hasta ahora nadie se los ha impedido y hacerlo sería intolerante e invadir el derecho a la privacidad y a elegir en su vida. Sin embargo, dista mucho el derecho de formar parejas al derecho de adoptar. A un niño no se le puede someter a vivir en un hogar donde deba decirle “madre” a un hombre biológico y “padre” a una mujer biológica. El niñp debe crecer hasta tener su propia convicción de vida.

A los niños hay que educarlos para que respeten a los demás cualquiera sea su condición de vida, pero no alienarlos con una ideología de genero que es excluyente y que contiene un “lenguaje incluyente” rechazado por la Real Academia de la Lengua porque no tiene cabida. Porque es autoexcluyente y sin fundamento.