El que decide ser maestro
Viernes 06, Diciembre 2024 - 5:45 AM
Desde pequeño me gustaba jugar a ser maestro, pero no pensé que era una carrera de sacrificios, en donde se tiene que convivir con un grupo de desconocidos, los cuales te ponen apodo, te admiran, te odian.
¿Por qué razón se decide tomar la carrera de maestro? Quizá desde pequeño se percibía la misión de ser docente. Ahí está ese ser que ha dado a la humanidad triunfos, historia, sacrificios, etc. El maestro se encarga de moldear el éxito de muchas personas. No es un trabajo de pegar ladrillos, tampoco de unir las piezas para armar el vehículo; sin embargo, podríamos decir que cada uno de estos trabajos, se asemeja a las que hace el maestro. Tiene que saber armar cada pieza que se produce en el centro escolar, de incentivar a los alumnos sobre la importancia de aprender. Cada pieza se convierte en algo fundamental en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En el arte de enseñar ocurre una mezcla de conflictos que se van dando a lo largo de los años, de la experiencia vivida, de toda la labor que se desarrolla desde el alba del mañana hasta la llegada del ocaso del sol. Cada profesor es un mundo diferente, el cual va limando asperezas, puliéndose a través de la práctica docente, que lleva a su escuela al progreso, que lleva a sus estudiantes hacia el éxito y que lleva a la nación al desarrollo.
El docente ha pasado por muchas etapas en su vida y eso lo ha llevado a acumular conocimientos culturales, sociales, psicológicos, etc. Todo esto son vivencias que le crean un carácter, el cual, depende, además, de las etapas que vivió en la niñez, su "modus vivendis”, sus relaciones con los demás, sus amistades y su formación en la escuela. Eric Berne acota en tres ámbitos diferentes la vida del maestro: El niño, el adulto y el padre. El maestro de repente se convierte en una de las tres anteriores en cierta etapa de su proceso de docente. El docente debe de tener carácter, pasión y entusiasmo.
Recuerdo cuando asistí al Kindergarten, sí kindergarten, así dice en mi diploma, es una palabra alemana que significa "Jardín de niños”. La maestra, niña Tulita Magaña, era como todas las de Parvularia: bondadosa, amable y llevadera con los alumnos, jugaba, convivía con nosotros, pero ¿y sus problemas?, ¿sus emociones?, ¿sus sentimientos? De eso no me recuerdo. Lo importante es que forjó nuestra personalidad. Recordemos que el aprendizaje inicia en el hogar, luego continúa en la escuela. Cada estudiante siempre se recordará de sus profesores.
Desde pequeño me gustaba jugar a ser maestro, pero no pensé que era una carrera de sacrificios, en donde se tiene que convivir con un grupo de desconocidos, los cuales te ponen apodo, te admiran, te odian. El jugar a ser maestro cuando se es niño es divertido, pero no sabemos cuántas emociones conlleva estudiar un profesorado.
Sabemos perfectamente que a los maestros se les aprecia y cada uno ha de haber experimentado experiencias con ellos que no se olvidan. Hemos de recordar alguna anécdota buena o mala de los profesores, pero a veces nos recordamos más de aquel maestro que se transformaba el día lunes en un intelectual, moralista, y estupendo ser humano. El maestro se transforma en otro ser para poder estar bien con los alumnos. Brinda su vida para dejar un mundo mejor, para formar a ciudadanos buenos.
Para poder tomar una solución a la transformación que el maestro tiene en su rol de llevar sus conocimientos, es necesario tomar en cuenta que él es también una persona y no una máquina a la cual se le paga para que dicte una clase o para que cumpla su deber de dejar una tarea. Si todos creemos que es un simple ser humano, estamos equivocados. Aunque, a veces, se satura de trabajo, laborando hasta tres jornadas para lograr ganar más dinero, ahí ha cometido dos errores, se ha estresado y, además, el alumno no tiene el mismo aprendizaje.
No es fácil ser docente en un mundo en donde los estudiantes se desconcentran con los celulares y otros aparatos. El maestro debe adaptarse a las nuevas tecnologías y hasta saber en qué momento se debe utilizar la Inteligencia Artificial.
Fidel López Eguizábal, Docente investigador Universidad Francisco Gavidia
flopez@ufg.edu.sv