Oriundo de Chalatenango, las expediciones turísticas iniciaron con un grupo de amigos para conocer el país sin la idea de fundar una empresa. Ayala, ingeniero de profesión y con notas sobresalientes en la universidad, viajó en 2016 con una beca a España, pero con un sistema educativo al cual “no estamos acostumbrados”, el grupo de salvadoreños comenzó a sacar malas calificaciones.
“Comencé a caer en depresión porque iba a sentir vergüenza volver a mi país siendo mejor alumno y dejando en mal la universidad”, recuerda el salvadoreño. Esto motivó a que comenzara a viajar como mochilero los fines de semana y permitió que “mi mente se despejara”. Al concluir la beca, había conocido nueve países del continente europeo.
Al regresar al país continuó sus labores en Protección Civil. En 2017, según el relato del salvadoreño, dos amigos españoles visitaron a El Salvador, pero no sabía dónde llevarlos porque el país “no era muy turístico”. Decidió hacer una convocatoria en redes sociales para ir a un campamento a La Montañona, en Chalatenango. La sorpresa fue que llegaron cerca de 40 personas.
En ese viaje se armó un grupo de WhatsApp para realizar excursiones por El Salvador, sin pensar que más adelante sería una exitosa empresa. Al cabo de un año, tenían logo y realizaron el primer viaje internacional a Costa Rica.
Eventualmente comenzaron a solicitarle más reserva y se programó la primera ruta a Europa en 2018.
Para armar este viaje, sacó un crédito de $40,000 y su idea era pedir un permiso sin goce de sueldo en Protección Civil en octubre, pero se lo negaron. “Me preocupé porque tenía todo organizado, eran 20 personas y el viaje valía como $3,000. ¿Cómo se lo iba a devolver si ya estaba invertido? Lo único que se me ocurrió fue renunciar”. Y así pasó, a pesar de que nadie estaba de acuerdo con su decisión.
Sobrevuelo del negocio.
En 2020, la agencia sufrió el paro de la economía. El sector turístico fue el primero en cerrar las actividades y el último en reactivarlas. Ayala asegura que tuvo pérdidas cercanas a los $80,000 y se logró recuperar dos años después. “Desde entonces, la empresa solo ha ido creciendo”.Con seis personas en planilla en El Salvador, más los guías internacionales, Ernesto Mochilero ha llevado grupos de salvadoreños a tierras inimaginables: Egipto, Turquía, Tailandia, Singapur y Malasia, Perú, Colombia, Brasil, República Dominicana, Europa para ver las impresionantes auroras boreales, México, y próximamente sacará una ruta a Japón y Corea del Sur.
En total, tiene rutas a 20 destinos entre América, Europa y Asia. “Estamos tratando de cubrir todos los continentes", afirmó el salvadoreño.
La agencia se centra más en rutas internacionales porque, explicó Ayala, la competencia de turismo interno es férrea. En El Salvador se dedican más a realizar viajes solicitados por la diáspora o turistas internacionales.
En promedio, la agencia tiene 50 viajes fijos y organiza 75 adicionales independientes. Ayala reconoce que ya no son mochileros, pero mantienen la idea inicial cuando formaron la asociación: “Tratar de manejar una hermandad”.
Responsabilidad con la comunidad
En medio de la crisis de la pandemia de covid-19 y cuando la “gente estaba en un proceso difícil”, Mochileros encontró la oportunidad de ayudar a la comunidad gestionando ayuda a través de donaciones de viajeros internacionales.En ese momento implementaron un programa anclado al lema de la empresa “viajar enriquece el alma” por “ayudar también enriquece el alma”.
Comenzaron a llevar canasta básica a las familias o juguetes para los niños, incluso apoyaron a los damnificados de la tormenta tropical Amanda, que azotó el país en mayo de 2020. “Nuestras redes sociales colapsaron de gente escribiendo ayuda, y no estuvimos como una agencia de viaje en la mente de la gente, pero sí que una agencia de viaje estaba ayudando con donaciones. Nos volvimos como administradores de recursos”, añadió.
Desde entonces, la agencia mantiene el programa de ayuda humanitaria en colaboración con la organización Éxodo, que trabaja con niños en condiciones precarias.