E l 13 de abril del año 2020 cuando se registraban seis fallecidos por la llegada del COVID-19 a El Salvador efectuaba una reflexión y recomendaciones por escrito sobre el impacto en la salud mental de los familiares de esos fallecidos y de los próximos; luego de 22 meses de espera el señor ministro de salud Dr. Francisco Alabí, y las autoridades de salud han autorizado y actualizado los lineamientos para el manejo y disposición de los cuerpos de fallecidos por esta enfermedad con fecha 13 de enero del 2022, y dentro de los cambios en positivo se encuentran es que los familiares ya podrán identificar a su familiar, tendrán la certeza que el fallecido es su familiar, además podrán desarrollar todo el proceso de la velación, el respectivo acto de entierro o cremación de acuerdo a la decisión de las familias y conforme a su decisión como familia, sobre todo como ellos decidan, respetando los protocolos de bioseguridad.

El reconocimiento, velación y entierro de los familiares son derechos y garantías de los familiares. Ante esta pérdida de familiares la psiquiatra Kübler Ross desarrolló y publicó en 1969 su teoría de las denominadas “Cinco etapas del duelo” por su experiencia con situaciones clínicas y de familiares en situaciones cercanas a la muerte.



Es así como definió cinco estados mentales que nos permiten entender y comprender cómo se va produciendo la evolución de un doliente desde que se le informa o sabe que su familiar ha muerto, hasta que lo acepta. Estas etapas son: negación, irá, negociación, depresión, aceptación. No todos pasan por todas las etapas y el orden secuencial, pero el estar seguro de que su familiar ha fallecido es vital, como hacerle una despedida en el lugar que se decida y tener un lugar donde visitarle si así el familiar lo estima conveniente de acuerdo a sus creencias.

Recomiendo una segunda etapa donde los familiares que desconocen a donde se encuentran enterrados su familiar en el periodo de pandemia, los que murieron en el momento del confinamiento domiciliario, antes de este cambio de disposiciones, puedan conocer, y visitar el lugar donde fueron sepultados para que puedan desarrollar una ceremonia de despedida. Estas personas continúan sin un adecuado proceso de cierre de duelo, y necesitan asistencia psicológica.

Ahora es una tarea de las administraciones de las funerarias que cumplan las indicaciones y protocolos autorizados por el Ministerio de Salud en sus instalaciones. Y a las familias que apoyen y colaboren invitando a la familia más cercana y los allegados, cumpliendo y acatando las disposiciones, haciendo ceremonias cortas. Y de igual manera las administraciones de los cementerios municipales y privados. Todos en unidad en beneficio de las familias dolientes, pero evitando riesgos de contagios con las nuevas variables de COVID-19

Señor ministro de salud Dr. Francisco Alabí muchas gracias por esta reconsideración y girar instrucciones precisas en beneficio de las familias dolientes, de ese núcleo familiar más cercano que podrá desarrollar las costumbres familiares y poder efectuar el cierre de duelo. Nunca es tarde para rectificar, por el contrario, es de reconocer su decisión siempre en beneficio de la sociedad salvadoreña.