Entre las víctimas de este año hay 63 periodistas profesionales, lo que supone un alza de 15%; 13 periodistas no profesionales (frente a siete el año pasado) y cuatro colaboradores de medios, según esta oenegé con sede en París, que lamenta una violencia "inédita" contra los periodistas.
Más de la mitad de los periodistas muertos fueron "apuntados deliberadamente y asesinados", como ocurrió con el editorialista saudita Jamal Khashoggi, asesinado en el consulado de Arabia Saudita en Estambul el 2 de octubre, y con el periodista eslovaco Jan Kuciak, muerto el 21 de febrero.
"El odio contra los periodistas proferido, o incluso reivindicado por los líderes políticos, religiosos o empresarios sin escrúpulos tiene consecuencias dramáticas sobre el terreno y se traduce en un preocupante aumento de las violaciones respecto a los periodistas", lamenta Christophe Deloire, secretario general de RSF.
"Multiplicados con las redes sociales, que tienen una gran responsabilidad en este sentido, estos sentimientos de odio legitiman la violencia y debilitan el periodismo un poco más cada día y, con él, la democracia", señala en un comunicado.
Las víctimas son mayoritariamente hombres (77, frente a tres mujeres) que trabajan a nivel local (75 periodistas locales y cinco extranjeros).
Afganistán fue el país más mortífero para los periodistas este año con 15 muertos, destronando a Siria, que ocupaba esta posición desde 2012 y pasó a segunda posición con 11 periodistas muertos.
El 30 de abril, un doble atentado en Kabul mató a 12 comunicadores, entre los que se encontraba el fotógrafo de la AFP Shah Marai Fezi y reporteros de Radio Free Europe y Tolo News.
RSF resalta también que casi la mitad de los periodistas murieron en países en paz, como México (tercer país más peligroso, con nueve periodistas asesinados), India (seis muertos) y Estados Unidos (seis), que entró en este sombrío palmarés tras el tiroteo contra la redacción del Capitol Gazette.