Aunque el padre Tilo, como cariñosamente le decían, probablemente no era conocido hasta hace algunas décadas por muchos salvadoreños, para los pueblos de El Paisnal y Aguilares fue, desde su presencia en estas tierras, un pastor para los más pobres, los agricultores, los no letrados y los explotados laboralmente.
Rutilio Grande, nació un 5 de julio de 1928 en El Paisnal, hijo de Salvador Grande, quien fue alcalde de El Paisnal, y Cristina García, quien falleció cuando Rutilio tenía cuatro años.
Su vecina, María Gladys Tejada recuerda cómo desde pequeño, jugaba a ser sacerdote, a tal punto de comprar galletas que simulaban ser hostias para la comunión.
“El padre cuando estaba pequeño, de ahí por unos 15 años, ya comenzó eso que a él le gustaba eso del sacerdocio, ahí había un palo de mango, él daba misa y nosotros éramos las que estábamos con él ahí”, narró Tejada Oriundo del barrio San José, en El Paisnal, salió de su pueblo y entró en el seminario en 1941, y en 1945 se unió a la Compañía de Jesús, al finalizar el seminario menor.
El padre Rodolfo Cardenal relata en un documento que en 1951, Grande comenzó a trabajar en la formación del clero en el seminario nacional.
“Hasta 1971 fue el “padre prefecto del seminario”, una tarea en sí misma odiosa, por ser el responsable de la disciplina. Pero supo combinar las exigencias con la comprensión. No quería seminaristas sumisos a la autoridad, sino responsables y maduros”, añade en el texto referente a una conferencia de 2019.
El odio no cabe en un cristiano. Aunque nos apaleen y nos quiten la vida, tenemos que seguir amando y perdonando”. Rutilio Grande, futuro beato
El padre Héctor Figueroa, actual párroco de Aguilares, fue alumno del padre Grande en el seminario San José de la Montaña en 1971, y lo cataloga como una persona tímida, sencilla pero honesta.
La lucha por el pueblo.
El 24 de septiembre de 1972 es nombrado párroco de la parroquia El Señor de las Misericordias, en Aguilares, atendiendo al mismo tiempo el municipio de El Paisnal, regresando a las tierras que lovieron nacer.
Amanda de Cardona, amiga y confidente de Rutilio, recuerda en la época en la que Grande llegó a Aguilares, la iglesia estaba cerrada y en condiciones inapropiadas. El padre Grande le solicitó, a ella, ayuda en el trabajo pastoral.
“Y luego fuimos al convento a ayudarle a amueblar todo lo que ellos necesitaban, juego de comedor, sala, lo que necesitaban se les puso ahí, y era un equipo de cinco sacerdotes jesuitas, cuatro y el padre Rutilio eran cinco”, narró de Cardona quien fue nombrada por el sacerdote como secretaria del Consejo Parroquial.
Un ser humano sencillo.
El padre Rutilio era amante de la limonada sin azúcar, pues era diabético, y de la carne y los huevos de iguana. Amanda de Cardona recordó que al padre también le gustaba el café hervido de jarros de barro.“Cuando a él lo invitaban a las comunidades no se preocupaba la gente por hacer grandes banquetes; frijoles, plátanos, aguacate y tortillita recién sacadas del comal y café hervido, en jarros de barro, ahí le hervían porque eso sí le encantaba”, agregóDinora Lemus, hermana de Nelson Lemus (también futuro beato), puntualizó que el padre Grande era “todo amor” con los niños, y amigable, a tal punto que los niños eran siempre los primeros a los que se les servía la comida y él era el último en llenar su plato.
Precursor de desarrollo
El compromiso del padre Tilo con el pueblo era notable según de Cardona, porque además de ser humilde, estaba entregado a servir a los demás, denunciando también las injusticias plasmadas en el evangelio.Rutilio creó la Federación de Campesinos Aguilarenses (FECAS) con el objetivo de ayudar a los campesinos, otorgando insumos gratis para el cultivo, evangelizando al mismo tiempo a las familias de la periferia de Aguilares y fuera de ahí.
El padre comenzó los festivales del maíz en el municipio de Aguilares, con el objetivo de que los agricultores aportaran su mejor cosecha, y al que llevara la mazorca más grande eran premiados.
Carmen Moreno, una aguilarense dedicada a la costura desde joven, indicó que Grande García acostumbraba a recoger dinero, y entregaba ropa a los niños, hechos por ella misma, también en las comunidades pobres acostumbraba a mandar a hacer tamales para aquellos que se acercaban a oír la palabra de Dios.
La gente (no se preocupaba) por hacer grandes banquetes; frijoles, plátanos, aguacate y tortillita recién sacadas del comal y café hervido, eso sí le encantaba”. Amanda de Cardona, amiga del padre Rutilio
El rector del seminario San José de la Montaña, Óscar Oviedo, resaltó que el padre Grande incluso enseñaba a leer a las personas, y recordó que a estas les leía el libro del Éxodo “cuando el pueblo de Israel estaba oprimido”.
Aunque la organización es algo normal actualmente, en la época pre guerra civil no era bien visto, según señalan varias fuentes.
“Recordemos que en ese tiempo hablar de justicia social, de valores humanos, de amor y respeto a los pobres se pensaba que era meterse en política, y había que ver como esa gente se quitaba, el odio a la iglesia se fue sintiendo bastante fuerte y en concreto a varios pastores de la iglesia de los cuales fue Rutilio Grande junto a don Manuel y a Nelson”, puntualizó el padre Figueroa.