En la red social X (antes Twitter), la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (Cepa) señaló que el piloto fue recibido por sus colegas y personal del aeropuerto, quienes se despidieron y le desearon que “disfrute esta nueva etapa de su vida”.
Dárdano es recordado por el vuelo 110 de Taca. El 24 de mayo de 1988 pilotaba un Boeing 737 de la entonces Taca en un trayecto de El Salvador hacia Nueva Orleans, con escala en Belice. Cuando sobrevolaba por el Golfo de México se adentraron en una zona de nubes que tenía agua, hielo y granizo, lo que hizo que en cuestión segundos perdieran potencia en ambos motores.
Era la segunda vez que Dárdano volaba el Boeing 737 que recién se había incorporado a la flota de Taca (ahora Avianca después de una fusión en 2009). Un día antes viajó en la nave a Belice y se quedó en el país por falla en la batería. “Era el chinchín de la empresa y no quiso arrancar”, recordó el piloto en una entrevista que ofreció a una radio en mayo pasado. “Allí ocurre el primer milagro de esta hazaña”, dijo.
El equipo de mantenimiento cambió las baterías y regresaron a El Salvador. Aunque Dárdano no estaba asignado para el vuelo del 24 de mayo, la aerolínea le puso el trayecto y ese día salió nuevamente para Nueva Orleans.
Durante esa entrevista bromeó que el copiloto Dionisio López le pidió que dejara a los pasajeros pasar a la cabina y tomarse una fotografía con la “octava maravilla del mundo”.
Al ingresar a Nueva Orleans se desviaron de una zona de mal tiempo, pero la estela de lluvia y granizo seguía. La señal del radar le avisó que “había un espacio” para ingresar. Sin embargo, no sabían que esa misma señal rebotaba y cuando iniciaron el descenso encontraron “la abuelita de las tormentas”.
Cuando se percataron “it was too late” (ya era tarde), recordó el piloto. Entraron en una fuerte turbulencia, se apagaron los dos motores, les cayó un rayo, el avión comenzó a rebotar, perdieron todos los instrumentos de cabina y comunicación con la torre de control.
“La gente gritaba atrás y otros en la cabina. Hay un momento en que digo ‘señor, sácame de esto y déjame ver adónde me voy a estrellar’”, recordó.
Para Dárdano fue un milagro porque el sistema de emergencia queda solo en la batería, la misma que un día antes habían cambiado. En ese momento tuvieron que controlar el avión para mantener el horizonte y con la batería lograron arrancar nuevamente el generador auxiliar en dos minutos, con lo cual regresa la electricidad y comunicaciones con la torre de control.
La torre de control ordenó que se mantuviera en el rumbo a 5,000 pies. Cuando aceleró, se activaron las alarmas de fuego. El procedimiento era apagar los motores y con eso “se nos acabó toda la esperanza de vida”.
En ese momento ya tenían visibilidad y solo podía ver pantanos. Debajo de 1,000 pies, a 30 segundos de impactar y el avión configurado para un acuatizaje, uno de los copilotos gritó “allí podemos aterrizar” y tuvo que cambiar a tren de aterrizaje.
Finalmente aterrizaron en una zona de grama con todos los pasajeros a salvo.
“Todos estamos preparados en esta carrera de entrenamiento para poder afrontar cualquier tipo de emergencias. Esa fue un poco distinta porque no se había dado esa emergencia en ese tipo de condiciones. Eso favoreció a la industria para que, de esa emergencia, se hicieran procedimientos, cambiaron las turbinas, se hicieron modificaciones en los motores”, dijo Dárdano en un video compartido por Cepa.
Dárdano ha contado en modo de chiste varias anécdotas que ocurrieron durante los minutos de mayor tensión, como que le pidieron a uno de los pilotos que ayudara a la tripulación y al salir al pasillo gritó “se nos apagaron los motores” en medio de los pasajeros. Acto seguido ingresa la jefa de la tripulación a la cabina para saber qué ocurría y le dijo “mirá mamallita, prepárate que nos vamos a pegar un gran vergazo”. Era de película.
El piloto salvadoreño también es una leyenda en la aviación, pues perdió un ojo mientras volaba un avión durante la guerra civil de El Salvador, un hecho que ocurrió siete años de la emergencia.

