Luego, caminar por las calles de San Salvador es muy difícil. No se puede caminar por las aceras porque cualquiera se estaciona sobre ellas y tampoco se puede caminar por las calles porque los conductores parece que no leyeron la parte del manual de tránsito que habla sobre el respeto a los peatones. Ni se diga si el motorista es del transporte colectivo.
Estacionarse es otro problema. Aquí cualquier ciudadano se cree dueño de la acera y de la calle e impide que los peatones caminen por el andén y se adueña del espacio de calle frente a su propiedad. Es un abuso poner conos, barriles y obstáculos de todo tipo para “reservar” parqueo en las calles.
El centro capitalino es un buen ejemplo de ese caos, pero también lo son colonias de todos los niveles e incluso la zona del Centro de Gobierno. Encontrar un parqueo sin pagarle a alguien por quitar el obstáculo del espacio del estacionamiento, es una tarea imposible.
Nos hemos acostumbrado a que nuestras ciudades, nuestras calles y avenidas, sean desordenadas y nosotros contribuimos a que eso sea así. Hay que contribuir a un ambiente de armonía, de convivencia y mutuo respeto. Evidentemente la Policía Nacional Civil, las alcaldías y el Viceministerio de Transporte tienen que poner su parte, pero también nosotros los ciudadanos.