Aprender a escribir su nombre y firmar es uno de los mayores logros para un grupo de mujeres del cantón San Isidro, en Panchimalco, al sur de San Salvador, luego de casi finalizar dos años de estudio en los círculos de alfabetización que imparte la Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en El Salvador.

Doña Dora del Carmen Santos, de 56 años, se detiene a explicar por qué para ella es importante firmar: ahora que ya sabe cómo hacerlo, puede heredar sus propiedades a sus hijos.



“Para firmar cualquier documento, tengo mi propiedad, y así yo le puedo donar su pedacito a ellos (sus hijos), ¿y si no puedo? ni el nombre”, explica. Aunque reconocen que puede hacerlo poniendo su huella, como en años atrás lo hizo, pero ahora tiene el orgullo de decir que puede firmar, poner su nombre, y por ende, escribir.

Ella y otras cinco mujeres, que sobrepasan la cuarta, quinta y sexta década de la vida, rompieron la barrera del miedo y del “qué dirán”, dos de las mayores dificultades que enfrenta ADRA para alfabetizar a más personas en El Salvador.
El 85 % de los estudiantes son mujeres arriba de los 40 años de edad. / Lisbeth Ayala.

Las mujeres explican otra de las ventajas que tienen ahora que saben leer y escribir: “Ya para hacer una cuenta, no cuentonas (sic), pero si he avanzado”, dice Arely Ventura de 47 años. Y la interrumpe Dora: “Con el dólar, yo no entendía, ahora se va conociendo como dar un vuelto”.

En esta conversación colectiva, las mujeres reconocen el fruto de la perseverancia, los avances que han tenido al asistir una vez a la semana a los círculos de alfabetización.

“Cuando ven que uno puede ya y que no fácil lo engañan, yo les digo: yo he estudiando aunque sea poquito”, manifiesta doña Gloria de 57 años de edad.

A inicios de julio de este año, el gobierno reveló la Encuesta de Hogares para Propósitos Múltiples (EHPM), y señalaba que 503,101 salvadoreños aún no sabían leer y escribir en el año 2023, aproximadamente un 9.3 % de la población salvadoreña.

Estas seis mujeres dejaron de engrosar esas estadísticas y con alegría indican que “es bonito saber algo”, y aspiran a más “Sería bueno salir de la universidad”, dice una de ellas.
Las mujeres de mayor edad son quienes han pasado su vida sin leer y tampoco escribir, según la Encuesta de Hogares para Propósitos Múltiples. / Lisbeth Ayala.

La labor adventista

Como este círculo de alfabetización ADRA El Salvador, una Organización No Gubernamental fundada por la iglesia Adventista, tiene 130 círculos en total en todo el país distribuidos en 12 de los 14 departamentos.

El director de ADRA en el país, Alex Figueroa, explica que ellos forman un círculo de alfabetización cuando identifican la necesidad, en los lugares donde tienen una congregación adventista.

“Tenemos 1,027 personas siendo beneficiadas a nivel nacional y dentro de este programa hay 123 voluntarios que son maestros, gente profesional, jóvenes que en lugar de hacer sus horas sociales en otra cosa la hacen enseñando a la gente a leer y escribir”.
Alex Figueroa,
Director de ADRA El Salvador.


La iglesia Adventista tiene 1,100 congregaciones en El Salvador y son esas sedes las que les permiten hacer un diagnóstico de las personas analfabetas. El 90 % de las personas que engrosan estos círculos no pertenecen a la iglesia y esto tiene una razón: “La iglesia Adventista se le conoce, en Estados Unidos, como el pueblo del libro; poca gente en la iglesia Adventista no sabe leer y escribir. La finalidad sería que cada año no haya ningún adventista que no sepa leer y escribir”, manifesta Figueroa.

El 85 % de quienes asisten a los círculos de alfabetización de ADRA son mujeres, dado que a los hombres les da vergüenza, y quienes asisten -generalmente- han sido obligados.
El tiempo y la vergüenza de los adultos son los principales retos para alfabetizarse. / Lisbeth Ayala.

No solo leer y escribir

Aunque la cartilla de alfabetización se basa en enseñar a leer y escribir, ADRA no se limita y ofrece un programa de continuidad educativa a la sociedad salvadoreña.

Cuando la persona ingresa para aprender a leer y escribir inicia una serie de niveles. El primer nivel consiste en un año calendario donde cursará primero y segundo grado, en el segundo nivel, otro año calendario, será tercer y cuarto grado y en un último nivel, quinto y sexto.

“Cuando termina el año escolar, él obtiene su certificación legal. Captamos la necesidad de la población, hacemos el círculo, buscamos los voluntarios que quieran dar las clases, regalamos los cuadernos, regalamos los libros, pizarras, lapiceros, borradores, implementos que la gente necesita, pero la cartilla de aprendizaje la da el Ministerio de Educación y la cartilla de enseñanza la da el Ministerio de Educación”, añade Figueroa.

Pero al llegar al tercer nivel y sacar sexto grado el camino no termina. Figueroa explica que el Ministerio de Educación tiene un programa de continuidad educativa con el que las personas pueden adquirir la certificación de un noveno grado y del bachillerato de diferentes maneras.

ADRA ofrece una “capacitación” de tres meses donde el alumno de sexto grado es instruido y luego sometido a una prueba para certificarse en un noveno grado. “Él se evalúa para noveno grado porque hay mucho conocimiento que él ya lo tiene empírico”, indica Figueroa.

Para bachillerato es similar. Figueroa explica como: “Para bachillerato hay varias opciones que el ministerio tiene, puede sacar su bachillerato en línea, puede sacar su bachillerato a distancia, o puede sacar su bachillerato a través de una prueba, un examen. Tratamos de hacer es un abanico de oportunidades para que pueda alcanzar su bachillerato, porque la mayoría de personas solo sabe que hay bachillerato a distancia, y el sábado la gran mayoría de personas trabajan”.

“Creemos fielmente que cuando llevamos educación, llevamos desarrollo”
Alex Figueroa,
Director de ADRA El Salvador.

El tiempo, un reto

La coordinadora de la zona metropolitana de alfabetización, del programa de ADRA El Salvador, Nhayetli Polanco, indica que uno de los mayores retos que tienen con las personas es el tiempo, esto debido a que se tratan de adultos que necesitan trabajar, llevar el sustento a su casa se vuelve una prioridad frente a estudiar.

Por eso, el programa que ofrece ADRA se adapta al tiempo y horario que los alumnos tienen y van a su ritmo. El director de este programa, Alex Figueroa, indica que aunque el nivel dura un año, pero si la persona necesita más tiempo para aprender se adaptan a esta necesidad.

También es un reto vencer la vergüenza de ir a estudiar, debido a que las personas a alfabetizar son adultas que creen que su tiempo “ya pasó” y que ellos ya perdieron la oportunidad de hacerlo.

Actualmente, ADRA El Salvador solo no tiene presencia en los departamentos de La Unión y Chalatenango, debido a los problemas de acceso a las zonas rurales; sin embargo, sí están en el resto del territorio, incluso en los exbolsones.

ADRA fue fundada en El Salvador en el año 2001, posterior a los terremotos que sacudieron al país ese año, y con motivo de atender las emergencias que dejaron los movimientos de tierra. Sin embargo, la iglesia Adventista tienen la presencia de ADRA en 121 países del mundo con tres enfoques: eduación, desarrollo económico y atención de emergencias.

Cada 8 de septiembre, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la ciencia y la cultura (UNESCO) celebra el día internacional de la alfabetización, que reitera la importancia de promover iniciativas que combatan el analfabetismo en el mundo, y es un recordatorio a un munto equitativo para lograr una sociedad justa. Este año, el lema es derecho a la educación para todos.