Cuatro días han pasado desde que Aracely Miranda fue asesinada un sábado a las 11:45 de la mañana, periodo en el cual sus conocidos y amigos la continúan recordando con "esa sonrisa que eclipsaba” y ese ánimo por ayudar a quien lo necesitaba.En el Complejo Educativo Doctor Pío Romero Bosque, de Oratorio Concepción, departamento de Cuscatlán, donde dedicó su amor por la educación los últimos tres años de vida, aún se encuentra plasmada su clase del viernes 21 de mayo, el último en el que su presencia "llenó de alegría” a la escuela, como lo indicaron compañeros de trabajo que optaron por el anonimato. Un mapa de El Salvador a tonos azul y rojo fue lo último que Miranda dibujó para sus alumnos de quinto grado, y en el aula, que yace cerrada por que la maestra era quien guardaba la llave, aún alberga un cuaderno dos borradores y un plumón azul, así como decoraciones que la profesora elaboró para sus estudiantes."Seño Aracely”, como le decían, atendía a 55 alumnos, 36 niños de segundo grado por la mañana y a quienes daba seguimiento desde el 2020, y 19 menores de quinto grado por la tarde.
El salón de clases de "seño Aracely” aún tiene el último dibujo que ella hizo en la pizarra: un mapa de El Salvador. / Gabriel Aquino
Sus compañeros la recuerdan como "aplicada” y con "una entrega total” a sus niños, porque "se iba a desayunar y regresaba rápido al aula”, se dedicaba a tenderlos a tal punto que había dividido la enseñanza para aquellos que iban al día con los temas y los que necesitaban de su apoyo para avanzar.Pero seño Aracely no apoyó sólo a sus alumnos, también sus compañeros y compañeras de trabajo están agradecidos por "haberlos llegado a unir” y volverlos "una familia”, donde Aracely era la madre y hermana con la que podían contar en las "buenas y malas”, la compañera que "sabía todos sus gustos de comida” y también comprendía cuando "algo les pasaba”.
Último día.
El 21 de mayo del 2021 Miranda vestía una camisa blanca con rayas celestes y negras, y un pantalón jeans azul, pudieron haber sido unas cuantas horas pero para las compañeras de trabajo de esta docente su última conversación e interacción "se vuelve valiosa ahora”.Ese día la escuela participaba en un torneo y a una de las docentes le expresó "suerte, quiero ver esas medallas”, a otra docente le hizo una broma "el lunes prometo traerte un ciento de limón para que le pongas a cada comida”, y otras recuerdan haberla visto "asomándose” y ahora recuerdan su último "hola, seño”.
Los alumnos de "seño Aracely” aún no han asistido a la escuela. / Gabriel Aquino
A pesar de no haber podido guardar luto porque debía continuar laborando, miembros de la planta docente aseguraron que "no hay ningún maestro que no haya sentido su vacío”, su labor de ayudar a los demás, de siempre llevarles "sandwich” y estar al pendiente de todos en la escuela, hizo que esta profesora de 48 años se ganara una familia extra, tras tres años de labor en la escuela de Oratorio Concepción.El pastor del Tabernáculo Biblico Bautista (al que Miranda asistía), Mario Neftalí Olano, aseguró que a pesar de que fue una mujer "muy sufrida”, era también "luchadora y maravillosa”, donde "en la casa de ella siempre había comida, siempre hacía tiempo para todos "."Pareciera como si fuera una pesadilla de la que no podemos despertar, nos consterna a nosotros como iglesia, pues oramos por la situación general del país”, externó Olano.
El lunes, los compañeros docentes de Aracely reclamaron justicia a través de cárteles, que pegaron en la entrada de la escuela. / Cortesía
El día que la mataron.
Según relatos de sus conocidos y residentes, el 22 de mayo Miranda se destinó a retirar dinero de una institución bancaria en Cojutepeque, municipio donde residía, y mientras ella esperaba sentada frente a un conocido café sobre la 4a calle Poniente, la interceptaron y en los alrededores sólo se escuchó su pedido de ayuda seguido de un disparo.El día que la mataron el 911 "no contestó”, según testigos con los que Diario El Mundo habló, e incluso desconocían sobre lo sucedido y de quién se trataba. Las calles de Cojutepeque no serán las mismas sin seño Aracely, pues desde que le quitaron la vida menos gente transita por el sitio donde fue interceptada, según relataron lugareños, esto a pesar de indicar que la presencia policial ha aumentado en la zona. La delegación de Cojutepeque esá cerca del lugar del homicidio.
La iglesia a la que asistía la maestra en Cojutepeque también llora su asesinato. / Gabriel Aquino
Otros robos.
Residentes y visitantes de Cojutepeque manifestaron que no es la primera vez que ocurren robos en la ciudad, y aunque algunos solo recuerdan como el último hecho trascendental la desaparición de Flor García, habitante del mismo pueblo, otros manifestaron que las desapariciones continúan así como los robos, destacando que muchos de estos ocurren tras el retiro de crédito o dinero del mismo banco del que Aracely Miranda hizo uso el sábado por la mañana.Ahora, conocidos esperan justicia divina, amigos y compañeros de trabajo, que recuerdan esa llamada avisándoles de lo ocurrido "como si hubiera sido ayer”, exigen justicia terrenal, donde se esclarezcan los hechos.
Esta s la 4a calle Poniente de Cojutepeque, donde Aracely fue asesianda el sábado pasado. / Gabriel Aquino
"Nosotros lo que pedimos es justicia, que no sea una cifra más de homicidios, que no sea una persona más dentro del puño de homicidios que van a haber, sino que nosotros pedimos que realmente se investigue”, solicitó un compañero de trabajo.Ayer el ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro, señaló durante una entrevista televisiva que la muerte de la maestra era "un hecho lamentable” asegurando que "son de las situaciones a las cuales se les está dando toda la prioridad y todo el recurso que tenemos como Estado” para esclarecer lo ocurrido.Hasta el cierre de esta nota, el Ministerio de Educación no se había pronunciado sobre el asesinato de la docente.
La maestra Aracely departió su cumpleaños en marzo pasado, con sus compañeros de trabajo. / Cortesía