La gigantesca caravana de migrantes centroamericanos que busca llegar a Estados Unidos acordó la noche de este jueves reanudar su marcha a pie hacia el norte luego de pasar casi una semana en Ciudad de México y tras fracasar en su intento de conseguir autobuses.En una asamblea realizada en el un centro deportivo de la capital mexicana, donde la alcaldía acondicionó un albergue, los participantes, mayoritariamente hombres, votaron por viajar al central estado de Querétaro rumbo a la frontera con Estados Unidos."Salimos a las 05H00 (11H00 GMT) a Querétaro", gritó el periodista hondureño Milton Benítez, quien viaja en la caravana que empezó a llegar por partes a la capital mexicana desde el pasado fin de semana.Al albergue, según un recuento de la alcaldía, han llegado más de 5.500 migrantes, en su mayoría hondureños, que salieron de su país el 13 de octubre y que ya han recorrido más de 1.500 km, gran parte a pie.Unos 200 migrantes se manifestaron este jueves ante la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Ciudad de México para exigir que les faciliten 150 autobuses, pero su demanda no tuvo respuesta.Los migrantes se han subido a vehículos, principalmente de carga, en algunos tramos de su travesía, pero luego de que un hondureño murió al caer en el estado de Chiapas, la policía federal que sigue el trayecto de la caravana les impide ir colgados de los camiones.En la asamblea también se discutió qué ruta tomar. La que va hacia la fronteriza Tijuana, a 2.800 km de Ciudad de México, en el extremo noroeste del país, es la más larga pero también la más segura.Mientras que la que va hacia el estado fronterizo de Tamaulipas, bordeando el Golfo de México, es más corta pero también la más peligrosa debido a la presencia de cárteles de la droga. En 2010 fueron asesinados en este estado 72 migrantes."Nosotras, las madres, que llevamos hijos les decimos que la ruta más segura es Tijuana. Hay muchos que se quieren ir por otro lado porque no tienen hijos", dijo una mujer en la asamblea.Los migrantes que viajan en esta caravana, a la que siguen dos más con unas 2.000 personas cada una, están decididos a llegar a Estados Unidos pese a las advertencias del presidente Donald Trump de que se les impedirá entrar, y al despliegue de unos 4.800 militares estadounidenses en la frontera con México.