Cincuenta años del accidente de los Andes, la tragedia que se convirtió en milagro
Los sobrevivientes relatan que el suceso les dio un giro positivo a sus vidas.
Recuerda que era una noche sin luna, de cielo nublado, tormentoso. Escuchaba gritos. Una mujer chillaba. A sus pies, un chico al que le faltaba un pedazo de cara se atoraba con la sangre. "No tuve el coraje de arrimármele, de agarrarle la mano, de reconfortarlo. Yo tenía miedo. Tenía mucho miedo".
Así relata Roy Harley la primera noche que pasó en la cordillera de los Andes hace 50 años, cuando ocurrió el accidente de avión que daría lugar a una de las historias de supervivencia más extraordinarias en la historia de la humanidad.
El vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya había partido desde Montevideo dos días antes con 45 personas a bordo: un equipo de rugby amateur compuesto por jóvenes exestudiantes de un colegio católico, algunos familiares y la tripulación. Se dirigían a Santiago de Chile para jugar un partido, pero una tormenta los obligó a hacer escala en Mendoza, Argentina, donde pasaron la noche.
Al día siguiente, el 13 de octubre de 1972, aunque las condiciones climáticas seguían siendo inestables, despegaron. Minutos después, la nave se estrelló contra las montañas heladas, a 4.000 metros de altitud.
Ambos integran el grupo de 16 que logró salir con vida de la cordillera luego de permanecer 72 días en el fuselaje del avión, con temperaturas de 30 grados bajo cero y tras verse obligados a tomar la compleja decisión de ingerir la carne de sus compañeros muertos para subsistir.
La historia, conocida como Tragedia o Milagro de los Andes y que ha inspirado decenas de documentales, películas y libros, es hoy considerada por estos protagonistas como algo que afectó sus existencias de manera positiva.
Harley asiente: "No es una historia trágica. La veo al revés: somos afortunados. Es una historia maravillosa, espectacular. Una historia que además tiene vigencia, 50 años después".
El cuerpo y el alma
Amigos desde la infancia, ambos siguen teniendo el recuerdo vívido de aquellos días a pesar de las cinco décadas transcurridas.
Pero no tienen pesadillas ni sensaciones de tormento. Ni siquiera con el elemento de la historia que generó más curiosidad y controversia: la antropofagia.
Harley, quien salió de la montaña pesando 37 kilos en su 1.80 metros de altura, explica que simplemente no había otra opción.
"No tengo un recuerdo terrible ni que me atormente ni que me haga pensar de noche, para nada. Hicimos lo que teníamos que hacer para vivir".
Pelear hasta el final
Diez días después de aquel fatídico viernes 13, a través de una radio que aún funcionaba, los sobrevivientes se enteraron de que la búsqueda del avión había sido suspendida. Los habían dado por muertos.
Fue entonces cuando decidieron que había que "dejar de esperar para empezar a actuar". La única salida era escalar las montañas y buscar ayuda.
Tras semanas de preparación, el plan imposible se puso en marcha el 12 de diciembre y terminó con Fernando Parrado y Roberto Canessa, los dos voluntarios que culminaron los nueve días de travesía, topándose con el arriero Sergio Catalán en la remota localidad chilena de Los Maitenes.
"Lo que elegimos fue pelear, pelear, pelear. Pelear hasta el final", coincide Roy.
De los 16 sobrevivientes, algunos decidieron alejarse del ojo público bajo el cual quedaron desde el 22 de diciembre de 1972, cuando sucedió el rescate que maravilló al mundo. Otros eligieron tomar la bandera de su historia y transmitir sus aprendizajes en conferencias alrededor del globo.
A ese grupo pertenecen Páez y Harley, quienes viajan constantemente brindando charlas que dan cuenta de su resiliencia.
"El ser humano tiene gran capacidad de olvido del dolor", reflexiona Páez.
Y lo ilustra con algo cotidiano: "Pasamos tanto frío, pasamos tan mal que no tengo palabras para describirlo". Y sin embargo, "me vuelvo a quejar del frío, vuelvo a ser un ser humano común".