El primer mapa oficial de El Salvador
Lunes 26, Noviembre 2018 - 12:01 AM
En 1831, el editor, poeta y diputado vicentino José Prado (1813-1836) elaboró un mapa del Estado del Salvador, por el que fue galardonado por las dos Cámaras Legislativas de aquel momento, compuestas por diputados y senadores. Por desgracia, al año siguiente, durante la invasión militar de El Salvador a suelo salvadoreño y la derrota de las fuerzas nacionales, el original de ese trabajo cartográfico desapareció, por lo que el país permaneció varias décadas más sin un trabajo oficial de esa naturaleza para uso administrativo o difusión masiva.A raíz de la invasión filibustera a Nicaragua, los Poderes Ejecutivos de Nicaragua y El Salvador se dieron cuenta de que era necesario poseer cartas geográficas actualizadas que permitieran establecer fronteras y reclamaciones de tierras ante una eventual derrota militar y reacomodo de la situación geopolítica predominante en la región.El gobierno salvadoreño, encabezado entonces por el comerciante sonsonateco Rafael Campo y Pomar (1813-1890), decidió imitar a su homólogo de Nicaragua y contratar los servicios del ingeniero alemán Maxmilian von Sonnenstern (Stuttgart, 1819-Managua, 1895), quien se encontraba radicado desde 1855 en territorio nicaragüense, atraído por el flujo migratorio europeo promovido por el régimen presidencial de aquel país y las posibilidades de ofrecer sus servicios profesionales por la región centroamericana.Una vez contactado, el enigmático ingeniero von Sonnenstern -de quien aún se especula su verdadero origen, pues se le supone hijo fuera de matrimonio de un noble prusiano o alemán- arribó a El Salvador por el puerto de La Unión. Desde allí se dirigió a la capital provisional, Cojutepeque (debido a que San Salvador había sido destruida por el terremoto del 16 de abril de 1854), firmó la contratación correspondiente, recibió instrucciones y se encaminó, a lomo de mula, a realizar el levantamiento topográfico y planimétrico, acompañado por un único asistente de campo.
Con papel, plumilla, tinta china y gran precisión y detalle, el ingeniero von Sonnenstern dividió al territorio nacional en nueve secciones transversales, en los que dibujó los límites del Estado, ubicó a la capital y a las cabeceras y jurisdicciones de los ocho departamentos que el país tenía entonces (Sonsonate, Santa Ana, La Paz, Chalatenango, San Salvador, Cuscatlán, San Vicente y el amplio departamento de San Miguel, que abarcaba toda la zona oriental) y relieve por sombreado.En su trazado, también incluyó indicaciones, anotaciones y hasta diagramas comparativos de caminos, ciudades, villas, pueblos, valles, lagos, volcanes y otras elevaciones montañosas, ríos, puertos, bahías, islas, lagos, caseríos, caminos reales y carreteros, el proyecto de ferrocarril entre el golfo de Fonseca y el puerto hondureño de Puerto Caballos, molinos, minas de plata, oro, hierro y plomo y otros datos geográficos y culturales más.Un rasgo importante del mapa de von Sonnenstern es la inclusión, en el extremo inferior izquierdo, del plano original de la ciudad de Nueva San Salvador (elaborado por el constructor prusiano Otton Fischer y los coroneles salvadoreños Felipe Chávez y José Ciriaco López), que desde diciembre de 1854 se edificaba en el llano de la hacienda Santa Tecla, para asentar en ella a la futura capital del país, un rango administrativo del que la urbe tecleña nunca gozó. Con claridad, en el plano pueden apreciarse la ubicación del cuartel, la casa de gobierno, el cabildo municipal, la catedral, las iglesias, las plazas y paseos, el hospital, el teatro y la sede del preuniversitario Colegio Nacional y de la Universidad Nacional.Una vez finalizada su labor, tras casi 18 meses de intenso trabajo, en los que contó con el apoyo de un ayudante, el ingeniero von Sonnenstern entregó el informe correspondiente a la presidencia nacional, que ordenó su publicación por entregas en la Gaceta del Supremo Gobierno antes de que fuera impreso bajo el título Descripción de cada uno de los departamentos del Estado del Salvador, relativa a su topografía, suelo, minerales, agua y temperatura (New York, 1858, 35 págs.), junto con la Carta general de la República del Salvador (New York, G. Kraetzer, 1858), de 57 por 77 cm, con dos escalas de distancia en leguas castellanas (una legua castellana equivale a 4.18 kilómetros) y millas inglesas (1.61 km).Ese primer trabajo cartográfico oficial salvadoreño fue impreso en tres ediciones simultáneas: una monocromática (color tabaco), otra con colores planos (que fue reimpresa al año siguiente, en la misma urbe neoyorquina) y otra heliográfica (fondo azul y líneas en blanco, quizá para usos militares e ingenieriles), aunque no se cuenta con datos del total de ejemplares impresos en cada uno de esos tirajes. La reedición de 1859 también contó con una versión reducida, seguramente destinada para usos en el sistema escolar nacional.Los servicios cartográficos del ingeniero von Sonnenstern también fueron contratados por el gobierno de Guatemala, para el que creó la primera carta oficial de ese estado centroamericano. Gracias al diseño de los tres mapas de El Salvador, Nicaragua y Guatemala, el ingeniero Maxmilian von Sonnenstern hizo acopio de una gran cantidad de información geográfica y estratégica de la región centroamericana, con excepciones marcadas en cuanto a Costa Rica y la Mosquitia.En 1860, todos esos datos le permitieron elaborar un importante Mapa de las repúblicas de América Central, de 95.5 por 108 cm, con escala aproximada de 1:1,350,000. Ejecutado bajo la propia dirección del ingeniero von Sonnenstern, ese trabajo cartográfico contó con las contribuciones auxiliares de otros autores de mapas, como el belga August van de Gehüchte, el alemán Frederick Kurze y otras personas más, todas extranjeras radicadas en los distintos países centroamericanos. Grabado en piedra por el inglés P. Cuipers, cuyo taller londinense fue el responsable de la edición, ese nuevo mapa coloreado a mano presenta los departamentos de cada uno de los cinco países centroamericanos de entonces, un plano de la ciudad de Guatemala, el relieve de cada uno de los países y diversos insertos con alturas de las ciudades y volcanes principales del área, al igual que vistas transversales de rutas de navegación, ferrocarril y carreteras. Con toda la información acumulada durante el proceso de creación del primer mapa oficial salvadoreño (1856-1858), no resulta sorprendente el hecho de que este nuevo mapa regional ofreciera muchísima evidencia orográfica y los nombres de la mayoría de las poblaciones salvadoreñas.Luego de esas publicaciones neoyorquinas y londinense (1858-1860), habría que esperar casi dos décadas para que una nueva carta, más precisa y detallada, pudiera sustituir a esos primeros mapas oficiales de El Salvador y Centroamérica.