No hay comportamiento más fascistoide en América Latina que los que tienen las dictaduras de Nicolás Maduro y Daniel Ortega, pero en ambos casos, el FMLN los respalda abiertamente y defiende cómo han destruido la democracia en ambos países, violado derechos humanos y acabado con las libertades públicas e individuales.
El FMLN perdió toda credibilidad en su década como gobierno, dejó de ser una opción electoral y en la última elección no consiguió ni un solo diputado ni alcalde debido a sus pésimos resultados en el Ejecutivo y a su peor papel como oposición.
Seguir apoyando a las dictaduras de Cuba, Venezuela o Nicaragua solo se justifica como un agradecimiento del financiamiento recibido de parte de esos gobernantes y del refugio que le han dado a los expresidentes Funes y Sánchez Cerén, así como a otros tantos exfuncionarios perseguidos por sus actos de corrupción.
La izquierda salvadoreña seguirá languideciendo mientras siga empeñada en alinearse con esos regímenes oprobiosos que nunca dejaron nada bueno a sus pueblos y por supuesto, tampoco a El Salvador.