La calle es el escenario de su ira y los muros de Santiago el soporte de sus reclamos. Entre grafitis, lemas y bastante destrucción, la capital chilena está marcada por la protesta en días que los manifestantes compiten para poner en palabras e imágenes su malestar.Ni un tramo de los ocho kilómetros de la avenida la Alameda ha quedado libre de pintadas o desmanes. A lo largo de la principal vía de Santiago que conduce hasta Plaza Italia, centro neurálgico de todas las manifestaciones desde el 18 de octubre, los edificios han quedado tatuados de rabia."Asesinan, violan, torturan", "Chile en estado de rebelión", "Barricadas y besos", "Grita por aquellos a quienes el gobierno ha amordazado", "Beben la sangre del pueblo". .. Los chilenos han salido en multitud a las calles a denunciar la crisis social sin precedentes que está sacudiendo al país.Las aceras, las fachadas, el macadán, incluso los barrios residenciales, han quedado pintados y en muchos casos vandalizados. Todos se volvieron políticos en menos de un mes.
Con dichos y grafitis, la calle expresa hartazgo de un sistema que los ahogó en deudas para financiar educación, salud y luego recibir pensiones paupérrimas. "La normalidad es nuestra esclavitud", "Apaga la tele", "Tiembla la injusticia cuando luchas contra los que no tienen nada que perder", pero el reclamo que más se lee: "¡Nueva Constitución!".
Demostrando una gran inventiva, los manifestantes utilizan figuras retóricas como el quiasmo ("La democracia de los ricos, la dictadura de los pobres", "Sin miedo, la gente ganará, sin compromiso, la gente ganará"), la anáfora ("Si la revolución es necesaria, la revolución es posible"), la antítesis ("balas contra gritos"), el oxímoron ("Detengan la explotación de la tierra, liberen el agua" etc.
El objetivo favorito de los manifestantes es el presidente Sebastián Piñera representado en una pancarta sentado en una bomba de tiempo, con la leyenda: "Se acaba tu tiempo, viene el estallido"."Militares, asesinos", "Anti-Pacos social club", "Nos están matando": además del jefe de Estado, las fuerzas del orden también son presas del repudio en los muros en días en que se multiplicaron las denuncias por supuestos abusos policiales durante la primera semana de la crisis, cuando amparados en un toque de queda y estado de emergencia los militares salieron a las calles por primera vez después de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).