¡Es la economía, estúpido!

Jueves 20, Febrero 2025 - 5:30 AM
¿Quién se acuerda de esa frase? Pues es la que prácticamente le allanó a Bill Clinton el camino para ingresar a la Casa Blanca, por primera vez, el 20 de enero de 1993; como cuadragésimo segundo presidente estadounidense, permaneció en el cargo dos períodos. La misma se atribuye al talento de su asesor de campaña, James Carville, quien la acompañó con estas otras: "cambio versus más de lo mismo” y "no olvidar el sistema de salud”. Esas tres cortas y contundentes formulaciones proselitistas, pretendo me sirvan para echarle una mirada crítica a la gestión de Bukele al frente del Órgano Ejecutivo salvadoreño; ello, sin dejar de machacar sobre su inconstitucionalidad desde que el 9 de febrero del 2020 –hace más de cinco años– invadió y ocupó el Salón Azul de la Asamblea Legislativa rodeado de militares y policías como anuncio descarado de lo que vendría. Comenzaré por la segunda y finalizaré con la primera. Así, pues, parte fundamental de la campaña del salvadoreño para llegar a la Presidencia de la República ‒que inició mostrándose como víctima de "los mismos de siempre”‒ fue precisamente atacar frontalmente a estos; es decir, a los partidos Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Lo hizo sin andarse con cuentos, de manera tajante y metiendo a ambos en el mismo huacal; lo hizo, además, con base en el entendible descontento de la población votante reflejado en un sondeo del ente encuestador perteneciente a la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Cuando en mayo del 2017 este le consultó a la población sí el partido de "izquierda” debía seguir gobernando, más del 63 % respondió con un rotundo no; asimismo, el 68 rechazó la posibilidad de que la agrupación partidista de derecha tomara de nuevo las riendas del poder. Durante casi tres décadas, más de una y media del primero junto a dos del segundo, le habían fallado a la gente en lo relativo a su seguridad y ‒¡ojo!‒ su economía; eso fue aprovechado muy hábilmente por Bukele, quien terminó mandando al carajo a "los mismos de siempre” y posicionándose como la encarnación del "cambio”. En cuanto a la salud no podemos hablar de un olvido; lo que este ha hecho con la misma es, más bien, bajarla de categoría en el marco de las prioridades contempladas por su usurpadora administración si se considera lo que ya he señalado antes: el presupuesto del ramo asignado para el 2025, en lugar de aumentarlo lo achicó. Comparándolo con el del 2024, Bukele le mochó más de 90 millones de dólares; mientras, el de la Defensa Nacional ‒su cartera consentida, junto con Obras Públicas‒ lo incrementó en 53. Claramente se ve qué le importa más. Tienen razón quienes le recriminan al sistema gubernamental de salud insuficiencia de recursos, mal servicio, falta de cuidados especializados y calidad desigual. Lo anterior se agravará con la reciente aprobación de la Ley general de minería metálica. El Colegio Médico de El Salvador considera que esa secretaría estatal, con sus carencias y con lo "visto hasta la fecha”, no será "capaz de poder dar una atención en salud adecuada para la población”. Por ello sostiene que, actualmente, "la minería metálica es la principal amenaza para la salud” en el país. Y sobre la economía, ni hablar. Por donde se mire, va de tumbo en tumbo. Tan jodida está la situación que Bukele tuvo que dejar de lado su caprichoso orgullo y debió doblar la nuca ante los dictados del Fondo Monetario Internacional, para darle vuelta a su "emblemática” moneda de curso legal: el bitcoin. También ha anunciado una nueva ley contra la corrupción; si hablamos de su "combate” que dice librar contra este flagelo en términos figurados de la lucha libre en un ring o cuadrilátero, esta sería otra caída más del todo perdida a pesar de sus marrullerías. Pero, además, le ha bolseado a usted y a usted los ahorros de sus pensiones; está reduciendo la liquidez del sistema bancario; el alto costo de la vida no baja por más que se invente "agromercados” y "centrales de abastos”, así como el "generoso” pago con nuestros impuestos ‒en plena "cuesta de enero”‒ de la electricidad y el agua, para quienes gozan de este servicio aunque sea a cuentagotas; la pobreza extrema va para arriba; los despidos y la suspensión de plazas en el sector público están a la orden del día... No sigo por falta de espacio. La situación de las mayorías populares, pues, empeora cada vez más y esa será la perdición del "bukelato” porque a final de cuentas es su estúpida economía la que a futuro definirá las cosas.