La corrupción humana

Miércoles 21, Agosto 2024 - 5:45 AM

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (Mateo 16:26)

Indudablemente la inmoralidad que ahora envuelve al mundo, es de magnitudes inigualables, uno de los indicadores que muestra la condición decadente y perversade cualquier sociedad es cuando se ataca al matrimonio y la familia. En los anales de las sociedades mas pervertidas, vemos que el denominador común que todas ellas, fue el libertinaje y las orgias de todo tipo, de tal manera que la noción del matrimonio y la familia, eran irrelevantes, de ahí que surgían generaciones implacables, desnaturalizados y sin afecto natural, que tenían el hedonismo como base de la sociedad. El primer caso de sociedad decadente lo encontramos en aquella que tuvo por fundador a Caín, uno de cuyos descendientes rompió por vez primera el diseño de que el matrimonio es singular entre un hombre y una mujer. Tal como lo expresa Génesis 2:24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Ahora bien, la civilización de Caín era una civilización próspera en todos los sentidos porque en ella surgieron los elementos económicos y sociales que conforman una comunidad humana, como son la explotación de los recursos y la fabricación de herramientas. No obstante, a ello, Caín junto a sus descendientes no estaban conforme al modelo de matrimonio establecido por Dios, sino que surgió una nueva norma de matrimonio, en la que un hombre podía tomar a mas de una mujer al mismo tiempo. No es por casualidad que fuera la civilización de Caín la que hizo tal cosa, dando así la espalda a lo que Dios había ordenado en el principio, ya que el fundador de tal civilización fue un hombre que personalmente se había revelado a la autoridad de Dios, al asesinar a su hermano Abel, dado que sintió envidia de la ofrenda que este ofreció. De manera que al introducir esa maldad el mundo, como lo fue el primer asesinato violento por envidia, y la perversión del diseño de Dios con respecto al matrimonio, desde entonces el hombre no ha dejado de circular por el camino ancho de las inmoralidades y las parafilias de todo tipo, en razón de ello Dios, trajo juicio a la humanidad destruyéndole con diluvio, excepto Noé y su familia, igual ocurrió con Sodoma y Gomorra, donde la perversidades sexuales, eran tan evidentes que inclusos sus habitantes quisieran violar a los ángeles que envió Dios en favor de Lot, sobrino de Abraham. Ahora bien, la sociedad actual no dista mucho de las inmoralidades antiguas, si comparamos los parámetros matrimoniales y familiares con las decadentes sociedades del pasado. Sin embargo, la generación actual, tieneagravantes que pesa sobre sus espaldas, porque las anteriores generaciones no conocieron más luz que la de su propia conciencia, que de por sí estaba entenebrecida, mientras que la sociedad actual habiendo tenido tanta luzque es nuestro glorioso Señor Jesucristo, la hemos desaprovechado deliberadamente, y se ha levantado una generación de cristianos tibios, que tiene temor en defender sus principios. Simpatizan con el evangelio del Señor Jesucristo, pero no tienen compromiso con los valores del reino, les gusta acudir alguna iglesia, cantan alabanzas y saben versículos Bíblicos de memoria, pero tienen temor de decirles al mundo que no se avergüenzan de Jesús, les da pena hablar en publica de su fe, es por esa razón que la esconden, y se camuflajean en medio de una sociedad fría, irreverente, provocativa, inmoral e injusta, ante este escenario el Señor Jesucristo les advirtió a los apóstoles y les dijo: Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (Mateo 16:26) ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. (Santiago 4:1-4)