Casemiro nació sin apenas nada y a punto estuvo de perderlo todo varias veces, quizás por eso ahora es él quien administra el presupuesto de esta Seleçao en la que este sólido centrocampista distribuye el paso. De vuelta de varias vidas, es el guardaespaldas que soñó Brasil para volver a disfrutar jugando."'Casemito' casi robó el sol. Entendedores entenderán", publicó Neymar en Instagram, con una foto junto a su compañero tras el partido contra Serbia (2-0).El sol no se lo había llevado, pero sí 13 balones de la selección balcánica, con los que el volante del Real Madrid contribuyó a darle a la Canarinha el pase a octavos en Moscú. Con ellos, ya son 25 las jugadas rivales que lleva desarmadas en Rusia, lo que solo le sitúa por detrás del francés Kanté (con 36) y el japonés Yoshida (28) entre los jugadores que siguen en la Copa.Pocos, sin embargo, despiertan tantos aplausos como Casemiro, a quien su habitual gesto serio le suma más de los 26 años que tiene. Quizás porque la vida le tocó intensa a este chico del interior paulista al que no le quedó otra que crecer rápido para tapar los huecos que dejó el padre que nunca tuvieron él y sus dos hermanos pequeños.Nacido en un barrio humilde de Sao José dos Campos -a unos 100 km de Sao Paulo-, un día Carlos Henrique Casimiro acompañó a su prima a su escuelita de fútbol y el técnico le dijo que se pusiera de portero. Después le pidieron repetir en el equipo masculino, pero no tardó en avisar: él no había venido para eso. Quería marcar goles y se puso a ello.No lo hizo mal y aquel mismo entrenador que le dio las primeras clases y muchos almuerzos le llevó a una prueba en el Sao Paulo, donde le aceptaron con 11 años.- 'Casemarra' -Por fin, 'Carlinhos' tenía un cuarto para él solo, pero una hepatitis estuvo a punto de echarlo todo a perder."Cuando tuve la hepatitis, pensé que me mandaban a casa, que nunca me iban a dejar quedarme allí", contó en un reportaje de TV Globo.Pero le dejaron y él no tardó en retribuir la apuesta convirtiéndose en uno de los jóvenes más prometedores de la base, y digno integrante de la potente generación brasileña de 1992, junto a promesas como Neymar, Coutinho o Lucas Moura.Un despegue fulgurante que deslumbró a este chico humilde al que la fama y el lujo casi le borran el norte. Salió del Sao Paulo rumbo al Real Madrid B cuestionado por la hinchada y bajo la sombra del apodo de 'Casemarra' por su supuesta arrogancia, pero logró corregir a tiempo.En el tránsito del filial a su cesión en el Oporto cambió la soberbia que le achacaban por el trabajo duro y se convirtió en ese centrocampista fiable que llamó la atención de Rafa Benítez, convenció a Zinedine Zidane y maravilló a Tite."Me encanta marcar goles, dar asistencias, hacer una buena jugada, pero lo que más me gusta es robar un balón y entregarlo a un compañero. Me siento cómodo y feliz haciendo ese trabajo. Me da placer. Mi gol es robar un balón", afirmó el año pasado en una entrevista con El País.- Mutación -Y si esos fueran sus tantos, ahora sería el artillero de la Seleçao, además de uno de los dueños del cerrojo de Alisson, incluido entre los arqueros que menos han intervenido en lo que va de Mundial."Hasta sudé un poco hoy", bromeó el portero tras el duelo contra Serbia, exaltando el excelente trabajo de los marcadores Thiago Silva y Miranda.Precisamente el central del Inter de Milán fue uno de los que señalaron el cambio de Casemiro, a quien conocía de la época del Sao Paulo y volvió a reencontrar en la Seleçao."Es un jugador que creció mucho, yo suelo decirle 'quién te ha visto y quién te ve'", contó el año pasado el zaguero. "En aquella época ya se veía que tenía potencial, pero el faltaba algo más", añadió.Por suerte para el Real Madrid, con el que conquistó cuatro Ligas de Campeones, y del Brasil de Tite, lo encontró.