Las convicciones y principios no son bienes transables

Viernes 06, Septiembre 2019 - 12:00 AM
El juzgar a otros, más que discriminación u opinión, es condenación. El juzgar tampoco significa discriminar o señalar, sino más bien sentenciar. Cuando usted juzga la conducta o el pensamiento de otro, lo que hace es condenarlo a la opinión de los demás. Es sacar una conclusión evaluando solamente el accionar, creyendo entender las motivaciones y las intenciones de otro.La humildad lleva a no apuntar el dedo en contra de los demás, para juzgarlos, sintiéndose superior a todos. El peligro de juzgar es presumir de justo, sentenciando de culpable o inocente a quien sea, olvidando que quien juzga se equivoca siempre, porque se pone en el lugar de Dios.La verdad y la justicia no pueden ser bienes transables. La justicia se la considera como la primera de las virtudes de la sociedad; cada uno tiene el derecho de inviolabilidad basado en el principio de la justicia, que, ni siquiera el bienestar de la sociedad puede oponerse.Todos tenemos valores humanos diferentes y entre los más importantes destacan:
    Creo en el concepto de paternidad y maternidad, como vocación particular del hombre y la mujer en el matrimonio. Con el tiempo, he ido descubriendo, que pensar de esa manera incomoda a algunas personas y de allí vienen muchos ataques; sin embargo, más que sorprenderme o atemorizarme, compruebo que el abismo entre mis principios y los de quienes quieren imponer sus agendas, se ensancha cada vez más; a esos críticos les digo que, si creyeron que las convicciones y principios son bienes transables, están muy errados. Si en una persona no hay verdades objetivas, ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de sus propios proyectos y de las necesidades inmediatas de su agenda, es imposible que pueda reconocer alguna verdad objetiva o unos principios universalmente válidos.