"Lo que le pasó a Hawái": Bad Bunny canta al turismo y la sostenibilidad
Puerto Rico y Hawái comparten problemáticas similares derivadas del turismo masivo.
El turismo internacional genera cada año enormes sumas de dinero y mueve a millones de viajeros. En 2024, consolida su posición como uno de los principales motores de crecimiento económico a nivel global, contribuyendo al 9,1 % del PIB mundial.
Acaban de publicarse los datos sobre el sector turístico español, que muestran que 2024 cerró como el mejor año de su historia en cuanto a llegada de turistas internacionales y gasto turístico. El país recibió 94 millones de visitantes, un 10 % más que en 2023, mientras que el gasto turístico alcanzó los 126 000 millones de euros, con un aumento del 16 % respecto al año anterior.
Tras el parón provocado hace cinco años por la pandemia, los destinos considerados más seguros, entre ellos España, han experimentado una masificación aún mayor, marcando un claro contraste con el crecimiento a nivel global, donde el sector aún no recupera del todo sus cifras previas a 2020.
Sin embargo, este crecimiento exponencial plantea una pregunta ineludible: ¿a qué coste? Más allá de los indicadores de crecimiento económico, el turismo masivo está generando tensiones que afectan a las economías locales, la cohesión social y el medioambiente, problemas que rara vez aparecen reflejados en los balances oficiales.
La masificación turística
En estos versos de "Lo que le pasó a Hawaii”, tema del último álbum de Bad Bunny, el artista puertorriqueño compara la situación de su isla con la del archipiélago hawaiano y ejemplifica cómo la cultura más mainstream está empezando a reflejar los efectos negativos que la masificación turística está teniendo en las comunidades locales. apenas millón y medio de personas, recibió cerca de 10 millones de turistas.
Puerto Rico, por su parte, acogió en 2023 más de seis millones de viajeros, mientras su población ronda los 3 200 000 habitantes.
En 2003, estos dos territorios habían recibido unos seis millones y medio (Hawái) y más de 3 200 000 (Puerto Rico). Este crecimiento exponencial en solo dos décadas es un éxito económico, pero también plantea serios desafíos sociales y ambientales.
Esta presión sobre el territorio termina generando procesos de gentrificación que expulsan a los residentes locales para dar paso a turistas y capital extranjero. En el caso de Puerto Rico y Hawai, especialmente provenientes de EE. UU.
El impacto de la gentrificación
Lo que plantea el cantante puertorriqueño es una experiencia extrapolable a muchos otros territorios, insulares o no. Los residentes van percibiendo al turista como invasor, a la actividad turística como depredadora y al capital extranjero como el responsable de la expulsión de la población local.
Los versos de Bad Bunny han ido encontrado eco en lugares como Canarias o Baleares, en los que el turismo es una de las principales fuentes de recursos. De hecho, estas últimas semanas han circulado en las redes imágenes de las costas españolas con esta canción como tema de fondo. Barrios enteros transformados en alojamientos turísticos, precios desorbitados en la vivienda y una sensación creciente de desarraigo.
¿Crecimiento económico o desarrollo sostenible?
El auge del turismo internacional, impulsado por las aerolíneas de bajo coste y la expansión del alquiler vacacional, plantea serios retos para los destinos más demandados.
Ciudades y territorios como Canarias o Baleares enfrentan una paradoja: mientras la actividad turística impulsa sus economías, los residentes locales son desplazados por la presión inmobiliaria y los elevados precios. Esto genera tensiones que se traducen en fenómenos como la turismofobia. La economía de plataformas, lejos de su propósito inicial de colaboración, ha contribuido al encarecimiento del alquiler y a la exclusión de las comunidades locales de sus propios espacios. Además, la atracción de inversión extranjera, a menudo incentivada por políticas como las golden visa (que permiten obtener la residencia a cambio de una determinada inversión económica), ha acelerado este fenómeno.
El reto: pensar más allá del PIB
Aunque el turismo es una fuente clave de ingresos, el verdadero desafío para los destinos turísticos es evitar "morir de éxito”. Esto implica apostar por un modelo de desarrollo sostenible que, además del crecimiento económico, considere el bienestar de las comunidades locales y la preservación del medioambiente.
Este paradigma no es nuevo: es la apuesta por el desarrollo sostenible de organismos internacionales como Naciones Unidas, la OCDE o la Comisión Europea.
En 2008, el gobierno francés creó una comisión especial para analizar las limitaciones del PIB como medida del crecimiento económico y el progreso. Los premios Nobel de Economía Joseph Stiglitz (2001) y Amartya Sen (1998), y el profesor de economía francés Jean-Paul Fitoussi fueron los encargados de liderar la investigación.
Su informe final, publicado en 2009, subrayó las limitaciones del PIB como medida exclusiva del desarrollo y se convirtió en la piedra angular de la iniciativa "más allá del PIB”.
Mientras la OCDE ha desarrollado métricas sobre bienestar y progreso, el informe de Naciones Unidas "Valorar lo que cuenta” presenta las razones por las que basarse principalmente en el PIB como medida de progreso no refleja el mundo tal como es. El PIB es una contabilización de valores añadidos y no debe ser utilizado como un mero indicador de éxito económico.
La economista británica Kate Raworth publicó en 2017 "Economía rosquilla”. En este libro propone alternativas económicas para atender las necesidades básicas de las personas sin agotar los recursos limitados del planeta.
Todos estos pensadores invitan a replantearse el turismo como una actividad para encontrar el equilibrio entre el bienestar de los residentes y los beneficios económicos, reduciendo los impactos negativos sobre el entorno y las comunidades.
Trascender el crecimiento económico
La conexión que los versos de Bad Bunny han despertado entre las regiones afectadas por el turismo es un recordatorio de que, detrás de las cifras récord, hay personas, comunidades y culturas.
El turismo puede ser una fuerza positiva si se gestiona con responsabilidad. Los datos de crecimiento económico vinculados al sector son valiosos para medir su contribución al PIB y a la generación de empleo de los países. Pero no cuentan toda la historia: tras las cifras récord de ingresos y visitantes se esconden realidades complejas que afectan a las comunidades que sostienen estos logros.
Sin políticas públicas que protejan a las comunidades locales, el turismo masivo erosionará los lazos entre estas y el sector, debilitando cualquier sentimiento de pertenencia o aprecio hacia una actividad que debería beneficiarles.
El reto, entonces, no es solo mantener un crecimiento económico robusto, sino trascenderlo. Los destinos turísticos tienen la oportunidad única para liderar un cambio hacia un modelo sostenible, en el que las cifras récord vayan acompañadas de estrategias que respeten a sus habitantes, preserven el entorno y garanticen el bienestar a largo plazo. Rafael Sarralde Director general