Son 49 los acusados por diversos delitos.
Una estructura de 49 miembros de la Mara Salvatrucha que no solo se dedicaba a extorsionar, asesinar y traficar droga sino a regalar cigarrillos de marihuana a escolares a la salida de las escuelas en Nueva Concepción, Chalatenango fue llevada ante el Juzgado Especializado de Instrucción "A” para que responda por una larga lista de hechos que Fiscalía General de la Repúblicale atribuye."Son acusados de agrupaciones ilícitas, 30 casos de extorsión, seis casos de proposición y conspiración para el delito de homicidio agravado, 13 casos de proposición y conspiración para asociación para el tráfico ilícito de droga, una simulación de delito, falso testimonio, contrabando de mercadería y una privación de libertad”, afirmó uno de los fiscales.La presunta participación de los acusados en los ilícitos nace de una investigación en 2019 que Fiscalía y la División Antiextorsión de la Policía Nacional Civil realizaron sobre el comportamiento delictivo de la MS-13, afirmó uno de los fiscales asignados.Mediante la intervención telefónica, las autoridades descubrieron las supuestas tareas ilícitas que sus miembros desde el palabrero o cabecilla de zona, los corredores, los "homeboys”, los observadores y los colaboradores desarrollan para llevar dinero a la organización. "Los palabreros, ranfleros y corredores que están escondidos no se relacionan con los pandilleros de menor rango; y para sus reportes de la extorsión, nuevas víctimas y sus acciones, tenían días establecidos para comunicarse con el cabecilla y quien irrespeta esa disposición, le llaman la atención”, explicó el fiscal del caso.
Marihuana a menores
Las investigaciones alertaron que en San Antonio Los Ranchos y San Antonio La Cruz la Mara Salvatrucha ordenó a sus miembros entregar bachas o cigarrillos de marihuana a los adolescentes a la salida de las escuelas para convencerlos a pertenecer a la Mara. Una de madre de familia fue sorprendida por utilizar a sus pequeños hijos para vender o entregar droga.Un pastor evangélico encubrió a cabecillas de la MS-13 que sostenía una reunión detrás de la iglesia donde él predicaba y al detectar a la Policía salió huyeron y dejaron tres motos abandonadas. Cuando la Policía llegó y preguntó al pastor por los dueños de las motos, José Raúl Rivera Zelaya, respondió eran de unos muchachos que trabajaban en la montaña. Como la Policía, los tenía intervenidos, supo que las motos eran de los cabecillas de la MS y se las llevaron. Después para recuperarlas, el pastor sirvió de testigo de los pandilleros.
El dato
Los pandilleros exigían extorsiones que iban desde los $100 a los $2,000. Las víctimas eran comerciantes del sector formal e informal, así como taxistas.