El mercado está la expectativa de que Ejecutivo logre un acuerdo con el FMI.
El último reporte de Moody’s Investor Services sobre el perfil crediticio de El Salvador puso en alerta el rumbo de la deuda de corto plazo.La entidad, en su última revisión del rating del país, dijo que existen riesgos como una alta exposición a la emisión de Letras del Tesoro (LETES) y Certificados del Tesoro (CETES), instrumentos de corto plazo que Hacienda coloca en el mercado interno.Moody’s insiste que si bien los bancos locales, principales compradores, pueden estar dispuestos a aumentar su exposición considera que "no podrán aumentar materialmente sus tenencias en mucho más”.El saldo de LETES cerró el año en $1,409 millones, la cifra es la más alta desde 2016 cuando alcanzó los $1,072 millones y es un 42.16 % mayor que la que tuvo en diciembre de 2019 cuando llegó a los $991 millones.Las LETES son instrumentos de deuda pública que se conocen como la "tarjeta de crédito del Gobierno”, tienen vencimientos menores a 360 días y Hacienda recurre a ellas para cubrir deficiencias temporales de liquidez y usualmente son comprados por los bancos locales.En noviembre, Raúl Cardenal, presidente de la Asociación Bancaria Salvadoreña (Abansa) explicó que el sector estaba listo para apoyar la reactivación de la economía, pero que para esto sería fundamental preservar un entorno favorable a la inversión y la generación de empleo. Cardenal insistió entonces que era necesario que el Ejecutivo "busque eficiencia en el gasto y que la deuda pública sea sostebible, que pueda servirse en el tiempo sin afectar otros gastos prioritarios”.Moody’s dijo el viernes en su informe que ahora, en el nuevo entorno, los bancos locales necesitarían la aprobación de sus matrices para aumentar su exposición a la deuda pública y de LETES que ya ha alcanzado un nivel récord.La calificadora recalca que las condiciones de financiamiento seguirán siendo muy estrictas para El Salvador -tanto en el mercado interno como en el externo- para los próximos dos años, factores que llevaron a que la calificación de riesgos para la deuda local se confirmara en B3, pero con una perspectiva negativa, situación que la deja a un paso de caer a Caa3, es decir riesgo de insolvencia.Moody’s dice en su reporte que la administración de Nayib Bukele tiene un compromiso declarado de comenzar a consolidar su deuda a través de la banca multilateral "en montos suficientes para cubrir las necesidades de financiamiento, pero que anticipa que un ajuste fiscal combinado de al menos tres puntos porcentuales del PIB facilitaría el acceso a los mercados globales en 2022, crucial para el compromiso de $800 millones que vence el 24 de enero de 2023.
Más emisiones.
El viernes pasado, casi a la hora que se conoció el análisis de Moody’s se conociá el balance de una nueva emisión de LETES.Hacienda convocó a una subasta $50 millones. Según un reporte de la Asociación Salvadoreña de Intermediarios Bursátiles (ASIB) esta se dividió en dos series: Seria A, a 170 días, y Serie G-1, a 349 días. En la Serie A la demanda alcanzó los $12.5 millones y se adjudicaron $10.3 millones (a una tasa promedio de 6.29 %), mientras que la demanda de la G-1 alcanzó los $103 millones, de los que solo se colocaron $70 millones, pero a una tasa promedio del 7.49 %.
La economía local se mantiene en recesión por la pandemia del covid-19.
El país mantiene la calificación B3, pero ahora es "negativa”
La calificación de la deuda de Moody’s se mantiene en B3, una nota que significa que se "carece de las características de una inversión deseable”. La diferencia con la última revisión es el cambio de la perspectiva a "negativa” y que la deja a un peldaño de caer en Caa1, es decir "títulos de baja solvencia” y un alto riesgo de impago con los acreedores.La agencia ya colocó -por un período corto de tiempo- a la deuda salvadoreña en Caa1, ocurrió en 2017 después de que el Ejecutivo (en la administración 2014-2019 de Salvador Sánchez Cerén) cayera en impago tras no cumplir con compromisos previsionales, pero se ha mantenido en B3 desde la corrección en 2018.La calificación actual es muy distante de la Baa3 que tuvo a inicios del siglo, que le dio un grado de inversión intermedio, pero sujeta a un riesgo crediticio moderado, pero "con ciertas características especulativas”.