Autoproclamado "vagabundo 2.0", Christian, de 45 años, de los cuales tres en la calle, se ha convertido en una estrella de las redes sociales en Francia con más de 19.000 seguidores en Twitter, en donde día a día organiza su supervivencia.
Esta mañana, Christian Page se siente como amputado: "No tengo batería", suspira este sintecho, con su celular en la mano. "No digo que me sea indispensable... pero sí... un poco".
Fue gracias a su móvil que, el día de Navidad, uno de sus tuits hizo que fueran retiradas unas barreras que habían sido instaladas alrededor de rejillas de ventilación que tiran aire caliente a la calle en el norte de París.
Su mensaje, retuiteado más de 2.000 veces, obligó a la alcaldesa de París a retirar estas barreras dos días después. "Twitter no es un arma, pero es poderosa", se regocija este nuevo adepto de las redes sociales, reconocible por su pañuelo rojo y sus pequeños lentes rectangulares.
Desde entonces, recibe varias solicitudes de entrevistas y su número de seguidores no para de crecer. Pero Christian relativiza esta fama repentina. "Concretamente, sigo siendo un sintecho".
"En otra vida", este nativo de Versalles, que creció en Suiza a orillas del lago Lemán, trabajó como mayordomo en un restaurante del acomodado barrio de Madeleine, en el corazón de la capital francesa, después de haber recibido una formación de sumiller. "Allí, serví a Zlatan Ibrahimovic, Rafael Nadal y Jean Rochefort", enumera con orgullo.
Pero un divorcio en 2012, seguido de una depresión, le obligaron a renunciar. "Ya no lograba sonreír a la gente". Sus 545 euros (650 dólares) por desempleo no le alcanzaban para pagar sus facturas, que se acumularon hasta que fue expulsado de su vivienda en abril 2015.
Su nombre comenzó a sonar en Twitter en noviembre 2016. Ese día, un empleado de la alcaldía de París lo despertó con un baldazo de agua helada. Tenía apenas seis seguidores en su cuenta @Pagechris75, pero gracias a su tuit de indignación recibió "un nuevo saco de dormir y disculpas de Anne Hidalgo", la alcaldesa de París, afirma.
- "Sensación de existir" -
Christian no tuitea únicamente para expresar su cólera, sino también para "pedir que le echen una mano". Una especie de "mendicidad 2.0" para aquellos que rechazan el "miserabilismo" de la mendicidad clásica.
"Toda la ropa que tengo puesta me la dieron, la mayoría a través de Twitter", cuenta. Ayuda también a otros mendigos, como a "ese amigo que tenía unos zapatos gastadísimos".
Pero sobre todo, frente a una situación de aislamiento y rechazo, esta red social le da "la sensación de existir".
"Por la mañana recibo algunos "Buenos días Christian", igual en la noche. "Son pequeños mensajes, puede parecer tonto, pero me conmueven".
Desde principios de año ha pasado una única noche en la calle. Desde hace unos días duerme en la casa de una amiga. Para Navidad y Año Nuevo, una persona le dejó las llaves de su apartamento parisino.
Pese al aumento de la mendicidad en Francia, Christian Page no quiere ser el portavoz de los cerca de 143.000 sin techo del país, según la estimación de la Fundación Abbé Pierre. "Me hace feliz saber que alguien lee lo que escribo. Quizás sirva para que una persona le de algo de comer a un vagabundo en algún rincón de Francia".
Pese a todo, Christian es optimista. Está seguro de que "saldrá de esta situación". ¿Qué le depara el futuro? "Todo puede suceder. ¡Con la suerte que tengo en estos momentos, debería jugar a la lotería!".