Después de las bolsas, las pajillas de plástico se han convertido en la nueva bestia negra de los ecologistas, hasta el punto que países como el Reino Unido y gigantes tales como McDonald's estudian prohibirlas.

Según un estudio de la revista estadounidense Science, ocho millones de toneladas de restos de plástico son vertidos cada año en los mares del planeta, el equivalente a 250 kilos por segundo.

Entre estos residuos, las pajillas ocupan un lugar preeminente. Y a los ecologistas les sobran imágenes para ilustrar este impacto nocivo.

Un video muestra por ejemplo a dos biólogos, quienes durante varios minutos retiran varias pajillas de la nariz de una tortuga de mar en Costa Rica.

"Las pajillas se sirven de forma automática con los vasos en los bares. Son demasiado pequeñas para reciclarlas, pasan todos los filtros", deplora a la AFP Yasmine El-Kotni, cofundadora de la asociación francesa "Bas les Pailles", que pidió su prohibición en Francia en el sitio internet change.org.

- El Reino Unido, un buen alumno -

Del lado legislativo, la Comisión Europea propuso en mayo prohibir los cubiertos, platos, pajillas y bastoncillos, entre otros productos de plástico, e imponer su fabricación con materiales más duraderos. La medida todavía debe ser abordada por los Estados miembros de la UE y la Eurocámara.

Gran Bretaña anunció por su parte en abril su intención de prohibir entre otros objetos de plástico las pajillas a fines de año.

En Francia deberán dejar de utilizarse para 2020 la vajilla de plástico y los bastoncillos, pero no las pajillas, las "grandes olvidadas", según El-Kotn.

Aunque el Senado francés debate actualmente añadirlas a la lista de productos prohibidos, varias enmiendas en este sentido fueron rechazadas por la otra cámara, la Asamblea Nacional.

Algunas empresas prefirieron no esperar a verse obligadas por la legislación.

McDonald's prueba así desde mediados de junio dos alternativas a las pajillas de plástico: las biodegradables y los vasos con cierre integrado.

La cadena hotelera Hilton anunció por su parte que dejaría de utilizar los 5 millones de pajillas y los 20 millones de botellas de plástico servidas cada año en sus 650 establecimientos en el mundo.

Existen ya algunas alternativas, como las pajillas biodegradables en plástico biológico procedente del maíz - dos veces más caras - servidas en el Palace Monte Carlo, un hotel cinco estrellas de Mónaco.

De pasta alimentaria cruda, de bambú o comestibles... las ideas de sustitución no faltan.

Lógicamente, para los profesionales del plástico, esta movilización "no es una buena señal", según Hervé Millet, director de asuntos técnicos y reglamentarios de la federación europea de productores de plástico PlasticsEurope.

"Pero las grandes marcas también tienen un problema de imagen y deben tratar de hallar los medios de responder a una supuesta expectativa social", admite Millet.

"Hay que hallar alternativas. Trabajamos en ello desde hace varios meses. Pero de la noche al día es muy complicado", afirma por su parte a la AFP Pierre Soyez, director general de Soyez, líder europeo de fabricación de pajillas.