A menos que te pongas guantes para pelar una naranja, esta siempre siempre dejará una huella en tus manos, ¿por qué? Sencillo, por su vesícula.

Investigadores de la Universidad de Florida han estudiado que hay detrás de este fenómeno y determinaron por qué es imposible no mancharnos al pelar una naranja.

La piel externa de naranjas y limones (el llamado exocarpo o flavedo), está equipado con una abundante batería de vesículas cilíndricas y circulares, las cuales hacen que emane aceites o líquido, que salen con tanta velocidad, que se impregnan de una sola vez en la piel.

La cáscara del cítrico no solo está repleta de vesículas con aceites esenciales, sino que también está cargada de pigmentos (sobre todo carotenoides). Estos le dan su peculiar color cuando el fruto madura, puesto que antes los pigmentos que dominan ahí son las clorofilas (que son verdes).

Entre los aceites esenciales, tanto en naranjas como en mandarinas predomina el llamado limoneno. Es la combinación de este con otros el que le da a cada cítrico su aroma característico.

Los científicos usaron cámaras de alta velocidad para capturar la violenta salida de líquido a cámara lenta. Como sujetos de pruebas usaron tanto limones como naranjas de Valencia.