Mohamed Oussama Houij, quien promueve la limpieza de las playas de Túnez recorriendo 30 de estas en dos meses, el 26 de julio de 2018 en Nabeul. AFP


Armado solo con sus brazos y con decenas de bolsas de basura, Mohamed Oussama Houij avanza por la playa de Nabeul, en el norte de Túnez, determinado a lograr su reto: recorrer 300 kilómetros a pie en plena canícula y limpiar 30 playas a su paso.

Este joven ingeniero sanitario de 27 años inició su periplo de dos meses a principios de julio con el objetivo de sensibilizar a las autoridades y a los veraneantes sobre la importancia de no convertir el mar en un basurero.

Mohamed Oussama inició el proyecto "300 Kilomètres" en Mahdia (este) y lo terminará en la playa de Soliman, a 40 km de la ciudad de Túnez, tras haber limpiado tanto playas concurridas como pequeñas calas más escondidas.

"Creo en el poder ciudadano y elegí actuar desde el exterior y sensibilizar a la gente sobre el problema de la contaminación de nuestras playas", explicó a la AFP.

- "Gota de agua" -

Además de soñador Mohamed Oussama es realista.

"La acción de 300 Kilomètres no es realmente la de limpiar, porque sé que no soy más que una gota de agua en el océano. Pero quiero sensibilizar a la gente sobre este problema. Quiero que empiecen a decirse: 'Espera, no es normal todas estas botellas, estos tapones, todas estas bolsas de plástico'", dice.

- Basurero -

Chocado por los cadáveres de tortugas --encontró más de 30-- y las playas llenas de botellas de plástico y de pañales para bebés, Mohamed Oussama hace una lista de "todas las formas de contaminación que estamos haciendo sufrir al mar".

"He visto una amplia variedad de contaminación, desde la contaminación doméstica de la gente que viene a la playa hasta la contaminación industrial" de empresas privadas y públicas, lamenta.

"Las autoridades de Túnez no abordan el problema de la contaminación como deberían, ¡no hay buena voluntad!", insiste.

De hecho, algunos de los guardias privados que vigilan las playas le impiden pasar y lo cachean, pues el recuerdo de un asaltante que portaba una mochila y que dejó 38 personas muertas en una playa de Susa en 2015 aún está presente.

A este defensor de la naturaleza también le indigna la reacción de algunos veraneantes, que le piden que recoja sus desperdicios y lo tratan de "zaber" (basurero).